
Tomás Dagà (dcha.), en la junta de Grifols de 2025 / EP
Tomás Dagà resiste en Grifols para proteger una apuesta personal superior a 70 millones de euros
El controvertido consejero de la farmacéutica dispara su posición como primer accionista individual y se afianza en el órgano de gobierno
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Hace apenas unos meses muy pocos hubieran sido capaces de apostar aunque fuera una cantidad simbólica por la continuidad de Tomás Dagà en el consejo de Grifols. Su figura apareció en el ojo de aquel huracán ingobernable que fue la crisis provocada por el informe de Gotham City Reserach, a comienzos de 2024. Cuestionado por este documento, paradigma de aquellos conflictos de interés que se denunciaban en él, señalado por los accionistas que se hicieron fuertes en Grifols con el fin de mejorar la gobernanza de la cotizada…
Su continuidad en el órgano de gobierno del productor de hemoderivados se antojaba poco menos que quimérica. Pasado el tiempo y parte de la tormenta, Dagà no sólo resiste en el consejo sino que recientemente protagonizó una llamativa inversión cercana a los 7,8 millones de euros en títulos de Grifols, que le ha catapultado como primer accionista individual.
Motivos no le han faltado en todo ese tiempo para resistir en su posición. Con la adquisición de los úlimos días, Dagà ha superado el millón de acciones. Y ha triplicado la participación que aglutinaba hasta la fecha.
Ha cumplido el pasado mes de abril nada menos que 25 años como consejero. Su exposición tanto a la farmacéutica como a Scranton Enterprises B.V., accionista de referencia, está valorada en más de 70 millones de euros. Suficiente para justificar la resistencia de Dagà en los tiempos tan convulsos vividos.
Precisamente, su condición de socio de Scranton fue uno de los elementos que situó a Dagà en el epicentro de la polémica. Uno de los pilares del informe de Gotham que cuestionaba el valor real de Grifols y su buen gobierno fue el de las operaciones vinculadas de la cotizada con este vehículo inversor.

Sede de Grífols en Sant Cugat EUROPA PRESS
No era el único escenario en el que Dagà aparecía como juez y parte. Gotham apuntaba al conflicto de intereses que, a su juicio, se daba por la condición de Dagà como socio fundador en España de Osborne Clarke. Despacho de cabecera de Grifols durante más de diez años, ha asesorado a la compañía en sus operaciones corporativas más relevantes, que han movido en conjunto un volumen de inversión próximo a los 4.500 millones de euros.
Por él también pasó en su día Raimon Grifols Roura, miembro de la segunda generación de la familia fundadora y exconsejero delegado del productor de hemoderivados. Aunque hace tiempo que Dagà dio un paso atrás en el despacho y abandonó las funciones ejecutivas, la controversia estaba servida.
Dagà llegó a aparecer con nombres y apellidos en unas de las numerosas réplicas que tuvo el terremoto generado por el informe de Gotham. Un documentado publicado por el fondo especulador meses después le señalaba como el paradigma de las malas prácticas en materia de gobernanza.
Más tarde, los fondos activistas liderados por Mason Capital, que han logrado un puesto en el consejo tras aglutinar una participación próxima al 8%, solicitaban el cese de Dagà. Mientras, éste aseguraba que había tratado de salir del consejo de forma voluntaria pero que éste no lo permitió.
La clave de Scranton... y Fatjo
Dagá es uno de los accionistas de Scranton Entreprises. Radicado en Países Bajos, este vehículo inversor se ha asociado a la familia Grifols; no obstante, no ejerce una posición de control. De la veintena de accionistas que posee, tan sólo tres pertenecen a la familia fundadora de la farmacéutica. Y la suma de sus participaciones no supera el 20%, de acuerdo con fuentes conocedoras de la situación.
Uno de esos socios que no lleva el apellido Grifols es Dagà. Su participación en Scanton ronda el 7% y se canaliza a través de Fatjo, la sociedad con la que Dagà gestiona sus negocios inmobiliarios.
Cambio de escenario
Aunque, en realidad, es su participación en el vehículo inversor neerlandés el activo más valioso. En concreto, Fatjo valora ese paquete de acciones de Scranton en algo más de 60 millones de euros.
El nombre de Dagà fue desaaparciendo del escenario conforme amainaba la tormenta en Grifols. Los fondos críticos suavizaron su postura cuando entraron en el consejo. Los resultados de la compañía han mejorado de forma considerable y el plan de recorte de deuda avanza a un ritmo óptimo.
Tanto que el plan estratégico que Grifols presentó al mercado a finales de febrero contempla un regreso inmediato de los dividendos; algo que ha sido ratificado meses después durante la junta de accionistas.
Con esa considerable mejora del clima, nadie parece acordarse ya de aquel consejero que encarnaba todos los males de un gobierno corporativo deficiente y un conflicto de intereses más que probable. Un momento que Dagà ha considerado más que oportuno para recordar al mercado que no sólo ha resistido el envite si no que, además, su figura se ha agigantado. Al menos, como accionista.