Enfermedad celíaca: mucho más que una intolerancia al gluten

La enfermedad celíaca es un trastorno autoinmune de base genética, que se activa por una sensibilidad permanente al gluten, una proteína presente en cereales como el trigo, la cebada y el centeno. En las personas celíacas, el consumo de gluten desencadena una respuesta inmunitaria (inflamatoria) que daña progresivamente la mucosa del intestino delgado, dificultando la correcta absorción de nutrientes esenciales.

Durante mucho tiempo se pensó que esta enfermedad era poco frecuente. Sin embargo, estudios recientes revelan que afecta a aproximadamente 1 de cada 250 personas en nuestro país. A pesar de esta prevalencia, muchos casos permanecen sin diagnóstico, debido a la diversidad y sutileza con la que pueden manifestarse los síntomas.

Un diagnóstico que cambia la vida

"La enfermedad celíaca no es simplemente una intolerancia al gluten. Es una afección autoinmune que, si no se detecta y trata adecuadamente, puede derivar en complicaciones serias", advierte el doctor Javier Nebreda, jefe del Servicio de Aparato Digestivo y Endoscopia del Hospital Universitari Dexeus. El especialista destaca la importancia de la información y el acompañamiento médico y nutricional para mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Aunque es frecuente la aparición en edad pediátrica, los síntomas pueden aparecer a cualquier edad y varían ampliamente entre las personas. Mientras algunos pacientes no presentan molestias evidentes, en otros la enfermedad se descubre a raíz de deficiencias nutricionales o enfermedades sistémicas.

Síntomas diversos y a menudo engañosos

Entre los síntomas más comunes se encuentran las alteraciones digestivas —como diarrea crónica, hinchazón abdominal, gases o dolor estomacal— y los déficits nutricionales, como anemia por falta de hierro, osteoporosis o pérdida de peso inexplicable. Además, pueden aparecer manifestaciones extraintestinales como fatiga persistente, aftas bucales recurrentes, caída del cabello, depresión, dermatitis, esterilidad o abortos de repetición, o incluso trastornos neurológicos, como hormigueo o entumecimiento en las extremidades.

Dado que muchos de estos síntomas pueden confundirse con otras enfermedades, el diagnóstico no debe basarse únicamente en la sintomatología. “Las pruebas serológicas permiten detectar posibles anticuerpos asociados a la celiaquía, pero la confirmación definitiva se realiza mediante una biopsia intestinal obtenida por endoscopia, que evalúa el grado de daño en la mucosa intestinal”, aclara el especialista.

Una dieta estricta como única solución

Actualmente, el único tratamiento eficaz para la enfermedad celíaca es seguir una dieta sin gluten, estricta y de por vida. Incluso cantidades mínimas de esta proteína pueden desencadenar una respuesta inmunitaria perjudicial.

No obstante, adoptar una alimentación libre de gluten implica inconvenientes importantes. “Muchos productos procesados pueden contener trazas de gluten, por lo que resulta imprescindible leer cuidadosamente las etiquetas y optar por alimentos certificados como libres de gluten”, recomienda el doctor Nebreda.

Apoyo y educación, claves para el bienestar

Llevar una dieta sin gluten permite una notable mejoría en la salud intestinal y previene complicaciones a largo plazo. Sin embargo, el diagnóstico puede implicar un cambio brusco en los hábitos alimentarios y sociales del paciente, especialmente al comer fuera de casa.

También sería importante establecer un estudio de screening en familiares de primer grado de pacientes diagnosticados de la enfermedad.

Por ello, “es aconsejable que las personas con enfermedad celíaca se integren en asociaciones de pacientes”, según explica el jefe del Servicio de Aparato Digestivo y Endoscopia del Hospital Universitari Dexeus. Estas organizaciones ofrecen apoyo emocional, orientación nutricional y acceso a información actualizada sobre la enfermedad, lo que contribuye de manera significativa al bienestar y la adaptación a esta nueva forma de vida.