
Adiós a este querido molino del siglo XVIII: un ayuntamiento de Cataluña trata de rescatar lo que queda WIKIPEDIA
Adiós a este bonito molino del siglo XVIII: un ayuntamiento de Cataluña trata de rescatar lo que queda
Empresa y consistorio se echan las culpas mientras este legado histórico corre peligro
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Las alarmas saltaron el pasado 24 de mayo cuando la firma Unión Industrial Papelera (Uipsa) procedió a la demolición de un edificio de finales del siglo XVIII, en La Pobla de Claramunt (Barcelona).
No había riesgos, la zona es tranquila y el entorno está completamente abandonado. El problema es que el molino de Cal Guarro era parte de la historia del pueblo. Una historia que se quería preservar, pero que no se ha llegado a tiempo para hacerlo.
Aun así, el alcalde del municipio, Antoni Mabras, ha anunciado la apertura de un expediente sancionador a la empresa por proceder sin autorización. Asimismo, ha expresado su preocupación por otro inmueble histórico en el recinto de dicha factoría, la casa modernista Cal Font, sobre la que también pesa una petición de derribo.
Lo cierto es que Uipsa es la propietaria de los terrenos de Cal Batlle una colonia industrial del siglo XVIII, que hace décadas permanece abandonada en busca de un proyecto. El consistorio prometió darle protección, pero el sector privado ya se hizo con ella.
Empresa contra Ayuntamiento
La papelera ya ha demolido uno de los molinos, pero planta seguir. La compañía ya ha solicitado demoler el conjunto papelero formado por los tres molinos de Cal Batlle.
Se trata de edificios que Uipsa ha ido comprando en los últimos tiempos junto a sus plantas de producción y que, hasta el momento, no cuentan con ninguna protección. Aun así, el alcalde afirma que el Consell Comarcal del Anoia tenía desde julio de 2024 sobre la mesa el expediente para declarar Cal Guarro como Bien Cultural de Interés Local (BCIL). Pero no se ha ejecutado nada.
Problemas con la protección
Mabras apunta que, por un lado, el ayuntamiento había desestimado las alegaciones presentadas por Uipsa contra dicha protección. Asegura que el 22 de mayo, un día antes de que expirara el plazo para dar una respuesta, notificaron a Uipsa que no autorizaban la demolición e instaron a la empresa a presentar un nuevo proyecto.
Nada de eso fue suficiente. El día 24 Uipsa materializó la destrucción. La dirección de la compañía alega que “el proceso de derribo se ha realizado cumpliendo con toda la normativa vigente en materia de urbanismo, seguridad y medio ambiente”.

Vista aérea de Cal Batlle
Cómo está la zona
Por otro lado, la compañía recuerda que el edificio estaba “en un avanzado estado de ruina” y que “representaba un riesgo para la integridad de los trabajadores y los visitantes”.
El ayuntamiento, por su parte, insiste en que, además de remitir el expediente de Cal Guarro, también ha hecho lo propio con el molino de Cal Font (1921-23, del arquitecto Josep Ros). Pero visto lo sucedido, hay preocupación.
Reclamación a la Generalitat
Tras la destrucción de Cal Guarro, de la que solo queda la chimenea, el Museu Molí Paperer de Capellades, que forma parte del Museu Nacional de la Ciència i Tècnica de Catalunya, ya se ha puesto las pilas.
El centro ha impulsado una campaña para salvar Cal Batlle y reclama a la Generalitat que elabore de una vez por todas un plan para preservar este legado industrial de la Anoia.
Trámites en marcha
La directora del museo, Victòria Rabal, lamenta que las administraciones no hayan actuado con diligencia para blindar Cal Guarro declarándolo BCIL. Mabras recuerda que en el caso de los municipios de menos de 5.000 habitantes, como La Pobla y La Torre de Claramunt, esta misión recae en el Consell Comarcal.
Desde el consistorio, lamentan que ni el Departament de Cultura de la Generalitat ni el Consell Comarcal del Anoia han concretado su postura sobre este tema. E insisten en reclamarle a la empresa un informe sobre el valor de Cal Batlle, documento que aún no han entregado.
Qué otros edificios hay
Mientras, Uipsa ha ido adquiriendo terrenos en los que había seis antiguos molinos, de los cuales dos ya se derrumbaron. El primero fue Cal Ramonet, en el 2009 y este mayo, Cal Guarro.
Por ahora, Cal Violant, declarado BCIL, sigue en pie, y se espera una decisión sobre el futuro de los tres de Cal Batlle. Consciente de que no es un tema fácil y de que en la zona hay varios molinos en estado de abandono, asociaciones y ayuntamiento urge a la Generalitat a tomar decisiones y destaca la sensibilidad de otras empresas del sector y de particulares que han apostado por recuperar estos edificios dándoles nuevos usos.