
'Portrait of an Artist. Pool with Two Figures', (1972)
David Hockney, el triunfo de la pintura
El artista británico, uno de los referentes del pop-art, y cuya obra gira en torno al trabajo plástico y el diálogo con la tradición, expone en la sede de la Fundación Louis Vuitton una muestra de sus últimos 25 años de producción pictórica
David Hockney es un pintor que pinta. ¿Les estoy lanzando una boutade? Sí y no. Porque desde la llegada de las vanguardias ha habido muchos pintores empeñados en no pintar. Dedicados a transgredir los límites de la tela, a violentar el lienzo (¿recuerdan a Fontana, que lo acuchillaba?), a ensuciarlo pegándole los objetos más diversos (¿recuerdan los pantalones sucios de Tàpies en la bastida del cuadro, colocado cara a la pared?) o a mancillarlo con fluidos varios (imagínense lo peor que se les ocurra y acertarán). También han abundado los pintores conceptuales que no pintaban, sino que concebían ideas, y los más interesados en las arengas políticas que en el noble oficio de combinar colores y formas.
El hecho de ser un pintor que pinta y renuncia a filosofar, un pintor cuya obra gira en torno al trabajo plástico y el diálogo con la tradición heredada, han convertido a David Hockney en un artista no solo admirado sino muy querido por el público. ¡Anatema!, vociferarán algunos, con un mal digerido elitismo.

'Christopher Isherwood and Don Bachardy' (1968)
Se ha inaugurado en París -con mucho éxito, como sucede siempre con este artista- la exposición David Hockney 25, abierta hasta el 31 de agosto en la Fundación Louis Vuitton, sita en el espectacular edificio de Frank Gehry en el Bois de Boulogne. Se publicita como la más grande jamás dedicada a él, lo cual puede ser cierto, aunque también hay que decir que se centra -como apunta el título- sobre todo en sus últimos 25 años, que no son los más importantes de su producción. Aunque se exhiben también obras muy importantes de todas sus etapas artísticas. Diría que la que organizó la Tate Britain de Londres en 2017 era más equilibrada como compendio de su trayectoria.
Nacido en Bradford, Yorkshire, en una familia de clase obrera, Hockney forma parte de la segunda hornada de artistas del pop art británico, la que viene después de Eduardo Paolozzi y Richard Hamilton. Estudio en el Royal College of Art, al igual que Allen Jones; Patrick Caulfield; Peter Blake; la malograda Pauline Boty, que falleció demasiado pronto, y el expatriado norteamericano R.B. KItaj. Ni Kitaj ni Hockney encajan del todo bien en los preceptos del pop y este último nunca se ha sentido cómodo con esta etiqueta.

'Portrait of My Father' (1955)
Entre sus obras primerizas destacan el Retrato de mi padre de 1955 -que puede verse en París- y el Autorretrato sobre papel de periódico de la misma época. A principios de los sesenta, ya como estudiante de la Royal School of Art, da un salto estilístico hacia la estética del garabato, con inspiración en el grafiti e influencia de Jean Dubuffet. Pinta monigotes, con estilo tosco y desenfadado, como los de Doll Boy, el grabado Myself and My Heroes (en el que se autorretrata junto a sus dos ídolos del momento, Gandhi y Walt Whitman), el conocido como Typhoo Tea (que imita una caja de este té con un desnudo masculino) y We Two Boys Together Clinging.
En varias de estas piezas y otras posteriores, como Domestic Scene. Notting Hill y Domestic Scene. Los Angeles, asoma su homosexualidad y la manera de escenificarla es representativa de su modo de entender la pintura. Porque está muy alejada de ese juego entre el secretismo y lo pornográfico que se da en Warhol, y mucho más de la tormentosa vinculación con la violencia y el dominio que se da en Francis Bacon (representante de la generación existencialista previa, contra la que los artistas pop británicos se rebelaron). Tampoco hay en sus obras rastro de reivindicación política. Hockney plasma su sexualidad de forma natural, con un tenue y sofisticado erotismo y una liviandad que expresa la joie de vivre que rige toda su producción plástica (este es el gran denominador común que conecta sus sucesivas etapas). No hace discursos, no pontifica, ¡pinta!

'A Bigger Splash' (1967).
Teñido de rubio y con unas vistosas gafas redondas, en 1964 abandona la lluviosa y reprimida Gran Bretaña rumbo a Los Ángeles -previo paso por Nueva York-, donde se integra en la hedonista comunidad gay de la zona. Arranca entonces la etapa más relevante de su carrera, con un cambio radical de estilo y técnica: pasa del óleo al acrílico, opta por grandes formatos y sustituye los monigotes y garabatos de la etapa anterior por la pulcritud y perfecta definición de las formas y cromatismos que propicia el uso del acrílico. Son pinturas visualmente seductoras, que retratan el entorno -las emblemáticas piscinas californianas-, pero también trazan la crónica de la intimidad del artista, que retrata en ellas a sus amigos y amantes. Esta época quedó plasmada para la posteridad en el irregular documental de Jack Hazan A Bigger Splash, de 1973.
Toma su título de la que no solo es la obra más célebre de Hockney, sino una de las imágenes icónicas del siglo XX: ese lienzo de 1967 que muestra la salpicadura en una piscina, producida por alguien, del que no hay rastro, que se ha zambullido desde un trampolín. Sin atisbo de figura humana, la pieza contrapone el estallido de agua representado mediante una mancha de pintura con el espacio inmaculadamente geométrico que la envuelve. Es un prodigio compositivo, un juego formal de equilibrios y contrastes.

'Bigger Trees near Warter or ou Peinture sur le Motif pour le Nouvel Age Post-Photographique'. (2007)
Esta etapa, que se prolonga hasta finales de los años setenta, incluye algunos desnudos de su amante Peter Schlesinger, entre los que destaca The Room, Tarzana, en el que aparece echado boca abajo en una cama, con una camiseta y desnudo de cintura para abajo. Schlesinger es también el protagonista de la que probablemente sea la obra cumbre de Hockney -está en la exposición parisina-: Portrait of an Artist (Pool with Two Figures) de 1972 (su venta en 2018 la convirtió en la pintura más cara de un artista vivo hasta ese momento; se vendió por 90,3 millones de dólares).
En ella aparece Schlesinger con una americana rosa, de pie frente a una piscina en la que nada bajo el agua otro hombre. En realidad, se trata de un retrato alegórico sobre el final de una relación, porque cuando Hockney lo pintó, en la Provenza -el escenario es la casa del cineasta Tony Richardson cerca de Saint Tropez-, ya había roto con su amante -tras una pelea en Cadaqués- y por tanto está evocando un amor perdido.

'After Munch: Less is Known than People Think' (2023)
El lienzo forma parte de una serie de dobles retratos que constituyen una sucesión de obras maestras del pintor, entre los que destaca Christopher Isherwood at 824 Third Street, Santa Monica (en el que el escritor -otro británico que emigró a la soleada California, mucho antes que Hockney- posa junto con su pareja, Don Bachardy; y que también está en la exposición de París). Otros ejemplos son American Collectors (Fred & Marcia Weisman); George Lawson and Wayne Sleep: el espectacular Mr. And Mrs. Clark and Percy; el retrato de sus padres ancianos My Parents, y Henry Geldzahler and Chrsistopher Scott (el excéntrico y bon vivant Geldzahler, de origen belga, fue un influyente historiador del arte y comisario, vinculado durante muchos años al Metropolitan de Nueva York, que ayudó a apuntalar la carrera de Hockney).
Aunque el artista siempre se ha reivindicado como admirador de Picasso -en los grabados The Student: Homage to Picasso y Artist and Model se dibuja frente a su maestro-, en estos retratos dobles se percibe la influencia de la pintura del Quattrocento y en concreto de Piero della Francesca (cuyo magisterio también es rastreable en la obra de Balthus). Tanto Hockney como Balthus son pintores figurativos del siglo XX con un profundo conocimiento -y amor- por la historia del arte. Lo cual, en el caso de Hockney le llevó a escribir El conocimiento secreto, una indagación sobre el uso de artilugios ópticos por parte de los maestros antiguos para alcanzar su milagrosa perfección.

'After Blake: Less is Known that People Think' (2024)
A finales de los años setenta y durante los años ochenta se produce otro cambio en su carrera, que se reorienta hacia una pincelada más suelta y un cromatismo fauvista. Pero en realidad deja en segundo plano la pintura para concentrarse en otras dos facetas. Por un lado, la de escenógrafo para óperas y ballets, con un característico tono vitalista y colorista, que aplica tanto a La flauta mágica mozartiana como a La mujer sin sombra de Strauss, pasando por La consagración de la primavera y Le Rossignol de Stravinski, Turandot o Tristán e Isolda. Y por otro, su experimentación con los collages fotográficos de estirpe cubista. Consisten en reconstruir una imagen -una piscina, una carretera, un interior- mediante la composición en mosaico de muchas pequeñas imágenes, con lo cual se reproduce la realidad de una forma distorsionada. El gusto por jugar con medios tecnológicos, le llevará en el siglo XXI a pintar con iPad e iPhone, con resultados vistosos.
La producción pictórica a partir de los años ochenta está marcada por el regreso al óleo bajo el influjo de Matisse y los postimpresionistas. En 1997 volvió a Yorkshire para acompañar a su amigo Jonathan Silver en sus últimos meses de vida y entre 2004 y 2012 se instaló de nuevo allí, para estar cerca de su anciana madre. Se dedicó entonces a pintar los paisajes de su infancia, entre los que destacan los lienzos de grandes dimensiones -en ocasiones compuestos por varias telas- de los bosques locales. Este celebrativo trabajo paisajístico se prolonga en los cuadros dedicados a la Normandía, donde se instaló en 2019 y pasó el confinamiento de la pandemia.

'May Blossom on the Roman Road' (2009)
De su producción de los años noventa destaca la deliciosa serie de dibujos y oleos con sus dos perros salchica, Stanley y Boodgie, como modelos. Son una muestra de la agilidad y vivacidad del trazo de Hockney, un excelso dibujante, como ya había demostrado en muchos retratos y en la serie de ilustraciones de 1967 para una edición de la poesía de Kaváfis.
En 2012 regresó a Los Ángeles y volvió a trabajar el retrato. El resultado se mostró en la deliciosa exposición de la Royal Academy 82 Portraits and 1 Still-Life (que después recaló en el Guggenheim Bilbao). Se trata de una serie de retratos de amigos, con el modelo sentado en la misma silla ante un fondo neutro, y siguiendo la pauta de que todos están pintados en sesiones de tres días. Son una nueva muestra de la capacidad de Hockney para atrapar la vida -en este caso los rostros y las actitudes- con el pincel.

'Winter Timber' (2009)
La exposición de la Fundación Louis Vuitton incluye también un par de piezas recientes en la línea de sus diálogos con el arte del pasado: sendos lienzos de homenaje a William Blake y Edvard Munch, que no aportan gran cosa al corpus pictórico del artista. Robert Hughes, que lo admiraba con ciertas prevenciones, apunta en A toda crítica, que “pensar en Hockey es pensar en la habilidad pictórica y en la total indiferencia (al menos en su obra) hacia la parte oscura de la experiencia humana”. En efecto: su arte es -en todas sus etapas- siempre grácil, sofisticado, desenfadado, vitalista. Sí, una celebración de la vida, pero por encima de todo una celebración de la pintura.