
Rosa Chacel, notas de vida de una escritora oscura
Rosa Chacel, notas de vida de una escritora oscura
La biografía Íntima Atlántida, escrita por Anna Caballé sobre la autora vallisoletana, indaga en el carácter de la escritora y muestra la extraña complejidad de una obra literaria escasamente leída
No creo que sea preciso presentar a Anna Caballé, porque cualquier lector interesado en la biografía sabe que es la autoridad de este género literario en España. Además, Letra Global ofrecía recientemente a los lectores una esclarecedora entrevista con la profesora con motivo de la aparición de su última biografía, Íntima Atlántida. Vida de Rosa Chacel, a la que me referiré en este artículo. En mi humilde opinión de lector de biografías, esta obra es la más lograda de las que la biógrafa ha realizado hasta ahora. Quedará como un ejemplo de lo que debe tener una obra de este tipo: profundidad introspectiva en la intimidad de la biografiada, esclarecimiento de los recovecos de la obra, en relación con la vida de la escritora, y fluidez argumental y narrativa.
Tampoco estaría de más que recordásemos la importante labor investigadora y creativa que Caballé ha desempeñado en este campo, porque los españoles somos dados a ignorar ingratamente a las personas que han aportado conocimiento en las parcelas del saber, que, en otro tiempo, estuvieron postergadas. Digámoslo por si hubiera alguien que lo desconociese. La fructífera labor investigadora de Anna Caballé en la Unidad de Estudios Biográficos, de la Universidad de Barcelona, y como autora de biografías (en su haber anotamos, además de esta de Rosa Chacel, las de Francisco Umbral, Carmen Laforet, Concepción Arenal y Víctor Catalá) ha sido decisiva para que el género biográfico se estudiase y desarrollase de nuevo en España.

Anna Caballé Barcelona
Gracias a su empeño, esta escritura guadianesca que es la biografía en la literatura española, con apariciones y desapariciones misteriosas, ha sido reivindicada entre nosotros en las últimas tres décadas, con mayor énfasis y rigor incluso, si se me permite, que lo hiciera hace cien años Ortega y Gasset. En dos ocasiones, al menos, el inmenso trabajo biográfico de Caballé ha sido reconocido y premiado. Con Carmen Laforet. Una mujer en fuga (2010), escrita en co-autoría con Israel Rolón, ganaría el Premio Gaziel de Biografía, y con Concepción Arenal. La caminante y su sombra (2018), fue galardonada con el Premio Nacional de Historia de 2019.
No se puede decir, por tanto, que ambas biografías pasasen desapercibidas para la crítica especializada. Sin embargo, en España, y es preciso destacarlo y tenerlo en cuenta, la biografía que se ocupa de escritores no tiene, salvo en contadas excepciones, apenas lectores, aunque sean meritorias y rigurosas como lo son las de Caballé. Sobre todo, si nos comparamos con otros países europeos, tal es el caso de Francia, donde las vidas de sus escritores están justamente reconocidas como un monumento más del patrimonio nacional.
Si en las biografías citadas alcanzó un alto nivel de exigencia, con la última, Íntima Atlántida. Vida de Rosa Chacel, Caballé ha conseguido superarse, al lograr algo que parecería imposible a priori: sacar a la luz la intimidad secreta y sumergida de la escritora vallisoletana y poner en claro los rincones biográficos de su obra, relacionándolos con hechos y pasajes de su vida.

'Íntima Atlántida'
Antes de comentar la biografía de Chacel, debo advertir que nunca pude leer entera ninguna de sus novelas: ni La sinrazón, ni Memorias de Leticia Valle, ni Barrio de Maravillas siquiera. Lo confieso para que se entienda mejor el valor y el mérito que le concedo a esta biografía. Yo, como otros lectores (desconozco cuántos), experimenté con desánimo y frustración que no podía acabar aquellos libros, que una selecta minoría intelectual y literaria habían convertido, tardíamente, en objeto de culto en las décadas de los años setenta y ochenta.
En realidad, lo cierto fue que, cuando Chacel rondaba los setenta años, y en su definitivo regreso a España en 1974, después de vivir más de treinta años entre Buenos Aires y Río de Janeiro, lograría un succès d’estime, gracias al apoyo de escritores como Clara Janés, Pedro Gimferrer, Ana María Moix o Guillermo Carnero. Estos escritores, entonces jóvenes, la hicieron suya con una admiración y un cariño, que no había encontrado entre los intelectuales y escritores de su generación, con la destacada excepción de Julián Marías.
A pesar de esto, y de obtener dádivas de las instituciones oficiales en forma de premios, becas y ayudas, además de múltiples atenciones de las editoriales españolas, Chacel nunca estaría satisfecha. Desde el particular punto de vista de la escritora, su obra no recibiría la atención que ella esperaba (y necesitaba). En parte, porque la actitud irónica, despectiva y supremacista, con la que se acercaba a los otros, lo hizo imposible. Al mismo tiempo, su personalidad insegura se tornaba desesperada, frágil, dependiente y urgida del reconocimiento literario de aquellos, a los que en su fuero interno despreciaba.

'Rosa Chacel'
Continúo mi confesión. No ha sido, por tanto, el fervor literario por la obra de Chacel, lo que me ha llevado a leer con creciente interés Íntima Atlántida, sino justamente lo contrario. A medida que avanzaba en la lectura de este esclarecedor trabajo he ido encontrando la explicación de mi particular desafección y falta de interés con respecto a las impenetrables y elípticas ficciones de la escritora.
Esta biografía teje, con objetividad, cercanía y profundidad, una iluminadora red de conexiones entre la obra de Chacel y su carácter personal, de tal manera que el escamoteo de los hechos y la persistente oscuridad, característica de sus creaciones literarias, se revelan como manifestaciones coherentes de su solipsismo, tozudez y secretismo, que como una condena autoimpuesta se infligiría a sí misma a lo largo de su vida. Para definirla en pocas palabras, diría que Chacel, por su carácter kamikaze, fue su peor enemiga. Su torpeza y falta de tacto en las relaciones sociales serían proverbiales.
Caballé refiere una anécdota que ilustra esto suficientemente. Chacel, ella sola, sería la que frustró el prometedor encuentro con la influyente editora estadounidense, Blanche Knopf, esposa del dueño de la famosa editorial neoyorkina Knopf. La editora se había interesado por su obra y, aprovechando que la escritora se encontraba en Nueva York en 1961, gracias a una beca Guggenheim, la invitó a la sede de la editorial para conocerla. El natural desconfiado y la postura a la defensiva de Chacel a lo largo de la conversación, desbarataron la posibilidad de ver traducida su obra al inglés en una de las editoriales más importantes de Estados Unidos. En el diario de Chacel quedó constancia de su torpeza al presentar a Blanche Knopf como “una viejita coquetona, cargada de pulseras y con veinte centímetros de uñas de rojo achocolatado, casi negro”.

'Barrio de Maravillas'
Caballé, que va desgranado en paralelo las claves de la vida y de la obra de Chacel, nos descubre que, en todos sus libros, late una fuerte pulsión biográfica, porque en ella confluyen la autobiografía (Desde el amanecer), la biografía (Teresa, sobre Teresa Panza, la amante de Espronceda; o la que dedicase a su marido Timoteo Pérez Rubio y su retrato del jardín), los epistolarios, los diarios (Alcancía), el ensayo autobiográfico (Saturnal y La confesión) e, incluso, las novelas (a las ya citadas cabe añadir: Estación. Ida y vuelta, Acrópolis o Ciencias naturales).
A pesar de su oscuridad y secretismo, Caballé encuentra casi siempre motivaciones autobiográficas en sus libros. Esto podría entenderse como una gran ventaja para la biógrafa, pero en realidad entraña un gran riesgo, porque, si se asume como verdad biográfica lo que es una opinión de parte, se arriesga a hablar por boca de la biografiada y aceptar que la biógrafa sea una mera ventrílocua de la biografiada. Caballé ha regateado esta deriva, porque lee los hechos que Chacel expone en sus obscuros y, a veces, indescifrables textos, interpretándolos con finura hermenéutica y cruzándolos con los hechos documentados, para que la verdad escondida emerja de manera brillante. En esa precipitación o reacción química se decanta la veracidad de la biografía.

'Poesía'
Uno de los hechos más trascendentales, por no decir el Hecho (así en mayúsculas) más decisivo en la vida de Chacel, es, a juicio de Caballé, el matrimonio con Timoteo Pérez Rubio, familiarmente conocido como Timo. En esa Íntima Atlántida del título de la biografía, que se refiere, por supuesto, a la velada intimidad de Chacel, la relación con su marido sería el secreto mejor guardado y el que mayor sufrimiento le habría de producir. A Timoteo se le conocieron, desde el inicio de la relación, devaneos amorosos extramatrimoniales que Rosa soportaría con estoicismo y resignación, como una forma de peaje a la progresía y modernidad de la que ambos se consideraban deudores. Fueron infidelidades pasajeras que, aunque abrían heridas, no ponían en peligro la estabilidad de la pareja.
En el exilio, la convivencia de la pareja se haría mucho más difícil. Al asentarse en Brasil, la relación entre Timo y Rosa cambió sustancialmente. Desde su llegada a Río en 1940 y hasta la muerte de Timo en 1977, este mantuvo una relación sentimental y amorosa con una mujer brasileña, soltera y de buena posición económica, Lea Pentagna, que, sin llegar a romper el matrimonio, obligaría a Rosa a poner tierra por medio y a instalarse en Buenos Aires, con la excusa de buscar un medio educativo más adecuado para Carlos, el hijo del matrimonio. Fue la primera separación de la pareja, que el tiempo iría haciéndola mayor, más prolongada y profunda.

'La lectura es secreto'
Sin embargo, al no poder mantenerse con sus propios ingresos, siempre escasos y derivados de ocasionales clases y traducciones o de los parcos rendimientos que le proporcionaban los libros, Chacel dependió económicamente de su marido y, en realidad, de Lea, su amante. Y ella, que no era tonta, lo supo siempre. Como se puede leer en las tremendas cartas que intercambian Timo y Rosa, esta situación de infidelidad consentida engendró en ella un profundo resentimiento, del que solo podría liberarse con la muerte de Timo.
Fue, sin duda, una mujer inteligente, singular, pero contradictoria y terca hasta el infinito. Una suerte de victimismo la abismó a sentirse incomprendida e insatisfecha toda la vida. Consigo y con el mundo en general. Su forma de actuar estaba condicionada por una rigidez extrema y por una inflexibilidad de carácter que le impedía adaptarse a una realidad que no fuese la que le dictaba su fijeza. De hecho, en su autobiografía Desde el amanecer (1972), que abarca solo su infancia, está convencida de que su carácter estaba hecho ya a los diez años, determinado para el resto de su vida. Entendió que no era preciso ni merecía la pena ir más allá de esa edad, porque no se había movido de sus convicciones jamás. Caballé analiza las causas y consecuencias nefastas que esta testarudez tendría para la vida de la escritora y para su propia obra literaria.
Mantuvo sus opiniones, contra viento y marea, en temas que no le reportarían ningún beneficio; al contrario, le granjearían enemistad, desprecio y marginación. Como señala la biógrafa, Chacel era “como el topo que cava ciegamente su topera, pero seguro de lo que hace y hacia lo que nadie ve”. En este sentido se manifestó, por ejemplo, contra el feminismo de S. Beauvoir o V. Woolf, contra las tesis del exilio republicano y su ideario político, discrepando de sus argumentos sobre la Guerra Civil.

'Novelas antes de tiempo'
En el plano literario, se obcecó en mantener una clase de novela y de estética, que había adoptado en su juventud, basada en las ideas del arte deshumanizado y en los principios anti-realistas propugnados por Ortega, y no se descabalgaría de ellas nunca, aunque se demostrase una y otra vez que era una fórmula errada. Como señala con acierto Caballé, Chacel buscaba la innovación vanguardista en sí y por sí misma, inspirada en las ideas literarias de Ortega, y convirtió esta meta en una máxima autosuficiente. No comprendió que la innovación, si no nace de la necesidad del tema y del mundo creado, nace muerta, vacía y sin justificación. La dificultad y la gratuidad de sus propuestas convierten su obra en una especie de escollo abstracto y sin sentido.
Todo junto se convertiría en una rémora literaria muy pesada, porque, como se dijo al comienzo, hizo que muchos lectores, que se acercaban a sus novelas, las abandonasen con frecuencia, al tenérselas que ver con tramas confusas o inexistentes, argumentos herméticos y personajes ambiguos, tras de los cuales ella, la reina de la elipsis literaria, disimulaba de manera ininteligible una intimidad resentida y frustrada.
No diré aquello tan repetido de que esta biografía se lee como una novela, porque ni lo es ni lo pretende. Pero lo cierto es que, en el relato de Caballé, asistimos a escenas y pasajes que demuestran que esta biógrafa tiene madera de novelista. Que es capaz de mostrarnos en un episodio aparentemente banal, sin énfasis ni insistencia, el desasosiego vital de Rosa Chacel. Como botón de muestra, les remito al comienzo del capítulo 20, '¿De dónde vienen los golpes?'

'Saturnal'
Siempre me han parecido injustos los biógrafos que se erigen en jueces y, sobre todo, aquellos que evalúan al biografiado desde fuera, desde una escala de valores ajena al personaje, para perdonarlo o condenarlo, sin tener en cuenta ni las circunstancias concretas de su vida ni la particularidad de su carácter. Levantar una biografía veraz y creíble supone que el biógrafo es capaz de comprender las contradicciones del personaje biografiado, y no atacarlas. Del mismo modo, tampoco los biógrafos que regatean los temas conflictivos y los pasajes espinosos hacen justicia a los biografiados y, además, decepcionan a los lectores.
Caballé no es complaciente con Rosa Chacel, tampoco se ceba en su crítica. Pero no oculta ni disimula sus defectos y limitaciones, trata de acercarse a su singularidad para entenderla y explicárnosla. El logro de esta biografía no reside tanto en la información que recoge y trasmite sobre la vida y personalidad de la escritora (siendo mucha y novedosa), sino en la habilidad para seleccionar la más relevante, interpretarla con acierto e integrarla en un relato coherente, sostenido por la emoción y la clarividencia.
Íntima Atlántida se lee con la sensación de asistir en directo al conflictivo vivir de la escritora y al fluir contradictorio de su conciencia. La complejidad de Chacel fue consecuencia sin duda de los hechos y circunstancias que tuvo que enfrentar en su vida, pero, sobre todo, resultó presa de sus propias contradicciones y de su carácter. En fin, víctima del victimismo.
Me paro aquí. No quisiera hacer spoiler ni fastidiarles la lectura, que me atrevo a recomendarles con la seguridad de que, incluso aquellos que no se interesaron por la obra de Chacel o no pudieron terminar sus novelas, como le sucedió al que suscribe, disfrutarán de este libro, porque es una obra maestra del género biográfico.