
El empresario y mecenas Pere Mir
Justicia interviene las fundaciones del empresario Pere Mir al detectar irregularidades en su gestión
El Servicio de Supervisión y Protectorado de Fundaciones ha recibido varias denuncias en relación con la presunta descapitalización de las entidades ligadas al ya fallecido mecenas
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La Generalitat, a través de la Conselleria de Justicia, ha intervenido la gestión de las fundaciones privadas Cellex y Mir Puig, así como de cuatro sociedades vinculadas a ellas.
Esta medida, de carácter excepcional, se produce tras un requerimiento judicial en el marco de una investigación por la supuesta descapitalización de estas entidades.
En el pasado, la jueza de instrucción 12 de Barcelona, Myriam Linage, ya acordó la destitución del patronato conjunto que dirigía ambas fundaciones, presidido por Jordi Segarra Pijuan, un abogado estrechamente vinculado al empresario y mecenas Pere Mir, el fundador.
El mecenas de la comunidad científica
Pere Mir, fallecido en 2017, fue uno de los empresarios catalanes más influyentes del sector químico en la segunda mitad del siglo XX. Su fortuna se fraguó gracias a Derivados Forestales.
Tras vender la compañía en 2003, Mir decidió dedicar su cuantioso patrimonio a la filantropía. Con ese propósito fundó Cellex, para apoyar proyectos científicos y médicos en Cataluña. Años antes, en 1978, había impulsado también la creación de la Fundación Mir Puig, de carácter más modesto, orientada a la asistencia social.

Pere Mir en el centro, acompañado de algunos políticos de la época
Durante más de una década, Cellex se convirtió en un símbolo del mecenazgo científico catalán. Entre sus donaciones más notorias destacan los 8 millones destinados a la creación del centro de investigación biomédica que hoy lleva su nombre en la Facultad de Medicina de la Universitat de Barcelona; o la financiación de equipamiento quirúrgico de alta tecnología para los hospitales Clínic y Vall d’Hebron.
En total, bajo la dirección directa de Mir, Cellex aportó más de 120 millones a instituciones médicas, hospitales, universidades y laboratorios de Cataluña.
El cambio de testamento
Sin embargo, el destino de este vasto patrimonio dio un giro inesperado tras la muerte de Pedro Mir en 2017. Según reveló en 2023 el periodista Carlos Quílez, poco antes de su fallecimiento, y en circunstancias poco claras, Mir modificó su testamento y nombró como albacea y gestor de su herencia a Jordi Segarra.
Desde entonces, antiguos colaboradores del empresario denuncian que las fundaciones han dejado de cumplir su función original.
Uno de los más críticos fue y sigue siendo Àngel Surroca, quien fue mano derecha de Mir durante décadas y ocupó cargos ejecutivos en Derivados Forestales. Según denunció Surroca, desde la llegada de Segarra a la dirección de Cellex, la fundación experimentó una transformación opaca y alarmante.
Denuncia por presunto expolio
Por todo ello, en 2023 Surroca presentó una denuncia ante el Servicio de Supervisión y Protectorado de Fundaciones, dependiente del departamento de Justicia, en la que acusaba a los actuales gestores de un presunto expolio del patrimonio de Pedro Mir.
Según su testimonio, recogido también en su libro De la fusta a la fusta. La historia del grupo Derivados Forestales (1942-2006), la herencia que dejó el empresario ascendía originalmente a unos 400 millones, cifra muy superior a los 40 millones que reconocen desde la fundación.
La denuncia también apunta a la venta de activos relevantes, como una residencia en la Pleta de la Vall d’Aran, dos propiedades en Suiza y varias casas en Barcelona, de las que no se ha informado con claridad sobre su destino.
Tras conocer la denuncia de Surroca, los actuales responsables aseguraron que la fundación seguía operativa, pero reconocieron que, a medio o largo plazo, su disolución no estaba descartada.
Proteger el legado de Pere Mir
La intervención de la Generalitat pretende, según fuentes del departamento, garantizar la protección del legado y asegurar que los bienes y fondos de las fundaciones se gestionen conforme a sus estatutos fundacionales y a la voluntad original del fundador.
Por ello, la investigación judicial sigue abierta y, con la Generalitat al frente de las entidades, se espera que en los próximos meses se aclare cuál ha sido el verdadero destino del patrimonio de Pedro Mir, una fortuna que, en vida, transformó profundamente el ecosistema científico catalán y cuyo futuro, ahora, está en el centro de una compleja disputa legal y moral.