'Duelo al sol'

'Duelo al sol' DANIEL ROSELL

Letras

Alta y baja esgrima de las letras

El librero y editor Abelardo Linares y el crítico y profesor José Luis García Martín dan rienda suelta a sus litigios –personales y literarios– en Duelo al sol, un libro de cartas cruzadas y de combate sobre el universo de la edición, los libros y los poetas

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Abelardo Linares contra José Luis García Martín. O viceversa. Un poeta frente al editor que publica sus libros. Un librero (de viejo), el señor del millón de libros, instalado en el Sur de España, discutiendo con un poeta e intelectual de provincias que habita en el Norte. Dos viejos amigos nacidos en los años cincuenta que, a veces, parecen enemigos íntimos por aquello de que no existe nada más conflictivo que las relaciones de familia, donde el roce quizá favorezca primero el cariño, pero también deja abierta las puertas la discordia; en este caso, irónica, cultural y civilizada.

Todo esto se ha vertido in media res en un libro que se llama Duelo al sol, una controversia literaria (Renacimiento) y que pertenece a ese género, relativamente extraño dentro de las letras españolas, de las conversaciones y diatribas artísticas, animadas por la voluntad (compartida) de no dejar las cosas pasar y responder, con palabras, las armas de la esgrima verbal, a los ataques cruzados, sin miedo ni al qué dirán los otros ni a lo que el rival responderá. Una obra dialogada sobre las discordias del gusto.

Abelardo Linares en la sede de su editorial en Sevilla

Abelardo Linares en la sede de su editorial en Sevilla

Ya se sabe: nada une más que pelearse. Conversar –dicen– puede llegar a ser un arte depuradísimo. Mentarse mutuamente las madres –léase aquí las musas– ya es cosa harto más dudosa. Todo depende del ingenio y el talento de los contendientes. Suena la campana. Al ring.

Linares (Sevilla, 1952) es uno de los editores que todavía idolatran el papel impreso, los autores olvidados, las revistas amarillas. Fue él quien encontró (y conservó) las ediciones originales de Chaves Nogales al que le han salido más supuestos progenitores que lectores, y el único de su oficio que prosigue con la tarea de rescatar del olvido del tiempo a muchos de los nombres perdidos de nuestras letras.

El profesor y crítico literario José Luis García Martín

El profesor y crítico literario José Luis García Martín

Comparte con García Martín, extremeño de Cáceres que hace ya muchos años hizo de Oviedo y del pub Oliver una de la embajadas de la literatura de provincias –como se decía desde antes de las autonomías– la condición de poeta, además del oficio de docente, articulista impertinente y fértil crítico literario.

Así que podríamos decir que su diatriba sobre libros, autores, arte y negocios (cada uno, defiende el suyo) es una variante de las superlativas y desaforadas guerras entre amantes del verso, que no se paran en mientes cuando hablan de poemas y sobre poetas, sus semejantes, incluidos sus respectivos conocidos y enemigos, que haberlos, haylos. García Martín (Aldeanueva del Camino, 1950) siempre ha sido aficionado a las tertulias –fundó una con Víctor Botas, embrión de la difunta revista Clarín– y tiene ya casi más clases que años. Domina la oratoria y sus simulaciones.

'Duelo al sol'

'Duelo al sol' RENACIMIENTO

Linares, que almuerza muchos días en una discreta y sencilla taberna de la Pañoleta, un barrio de Camas, en la periferia de la capital de Andalucía, dirige tres sellos editoriales –Espuela de Plata, Renacimiento y Ulises–, posee la mejor biblioteca del país, fundó la colección de poesía más exquisita que existe en español, conocida oficiosamente como la mil rayas por el diseño de Marie-Christine del Castillo, y vende libros fuera de catálogo a todo el mundo desde unas naves en el pueblo de Valencina.

Ninguno de los dos contendientes, que miden por vez primera en público sus armas con este libro hecho a cuatro manos, después de toda una vida de duelos privados, es, por así decirlo, neutro, como lo enunciaría el cervantino licenciado vidriera de la novela ejemplar. Ambos cuentan con devotos y también con odiadores, como corresponde a todos los hombres de carácter. De ellos circulan leyendas –más negras que rosas– pero nadie puede negar que, cada uno en sus particulares dominios, forma parte sustancial de la galaxia de las letras españolas del último medio siglo.

'Mitos'

'Mitos' CALLE DEL AIRE

¿De qué discuten en este Duelo al Sol? De casi todo. A veces se lanzan (casi siempre con cariño) poemas burlescos a la cara, pero la mayoría de sus conversaciones transcurren mediante cartas de combate. Cada misiva que se remiten –vía correo electrónico, por supuesto–, recuerda a las fieras y desiguales batallas de los primitivos caballeros andantes si no fuera porque en realidad no se baten en defensa de dama alguna, a excepción de sus opiniones (divergentes) sobre el mundo editorial, los escritores que  estiman o denigran y sus preferencias poéticas, salpimentadas –como era de esperar– con argumentos y balas cargadas de pimienta.

A ambos les inquieta la decadencia social de la cultura española tanto como ganar al contrario en ironía y sarcasmo. De forma que quienes los conozcan –cosa difícil, harto imposible– puede leer este libro con el mismo deleite que se contempla un ajuste de cuentas entre viejos amigos y, quien no tenga todavía el gusto, obtendrá de este lance algunas ideas, hijas de la experiencia personal, sobre el universo de los libros, los vaivenes y espejismos de la fama literaria, la extraña difusión del talento creativo y los menesteres editoriales.

'El lector impertinente'

'El lector impertinente' RENACIMIENTO

Linares, adicto a las llamadas telefónicas y un lector obsesivo, dejó ambos vicios, o los cultivó con menos intensidad durante los dos meses de verano en los que celebró este desinhibido intercambio de misivas (casi siempre envenenadas) con su dilecto García Martín. El poeta extremeño firma el prólogo de esta celada entre un gato y un ratón –el símil es suyo– que ya andan por la séptima década. Asegura haber hecho de cebo para soltarle la lengua a Linares, que –como editor– prefiere ser un monarca en las sombras. Aquí no lo consigue. Así descubrimos la razón de su querencia por editar bibliotecas completas de las obras de escritores que nadie, salvo él, conoce –una empresa a veces ruinosa, pero que ayuda a discernir entre los autores que merecen la pena ser leídos y los que no– y García Martín, pertinaz obrero de antologías de poesía, toda una profesión de riesgo, se deleita ejerciendo el mandarinato cultural.

En el trasiego epistolar –cartas fueron y vinieron desde Sevilla a Oviedo– aparecen algunas de las preguntas del libro: ¿El verdadero público de los editores son los compradores de libros, los lectores, los autores o las instituciones que sufragan parte de sus ediciones? ¿El oficio de editar exige leer, vender o ambas cosas? ¿Es la edición una profesión comercial o cultural? Las respuestas de los duelistas son divergentes. En lo que sí coinciden, cada uno en a su manera, es en la habilidad caricaturesca.

'Sombras'

'Sombras' RENACIMIENTO

La discusión entre ambos, muy dinámica gracias a las impertinencias que se intercambian, está ilustrada con retratos de los personajes que encarnan sus respectivos puntos de vista. La galería es extensa: desde Constantino Bértolo, editor marxista, fundador del sello Caballo de Troya y partidario de prohibir por ley a un autor publicar más de tres libros en su vida, a personajes como Luis García Montero, el director del Instituto Cervantes, “que ya se veía que trepaba a toda velocidad”, escribe García Martín; pasando por Jon Juaristi, Carlos Marzal, Fernando Ortiz, Francisco Rico, Felipe Benítez Reyes, Ángel González, Pere Gimferrer, Félix de Azúa, Perez Reverte, Andrés Trapiello o Savater, entre otros nombres.

Enseguida la conversación desemboca en las guerras púnicas entre los poetas, a los que Linares compara con los primitivos clérigos medievales, un dardo malévolo al que el crítico oventese responde defendiendo –por su propio interés, como dicen los mensajes de advertencia de los aeropuertos– la importancia de los poetas-profesores, esa gente. El librero sevillano, en un instante antológico de esta diatriba, somete a comparación y discosión dos poemas –sin revelar de partida el nombre de sus autores– para demostrar lo peregrino y azaroso que es el prestigio en el mundo de las letras y la injusticia (literaria) que padecen muchos de los escritores escasos en capacidades sociales, a los que casi nadie hace mucho caso.

'Elogio de la cordura'

'Elogio de la cordura' RENACIMIENTO

El primer poema, lamentable, es de Raúl Zurita, escritor chileno, que en ‘Allá lejos’ perpetra un plagio (descarado) de Highway 61, un blues de Bob Dylan; el segundo, ‘Padre tardío’, es una maravilla escrita por José Luis Parra, al que nadie lee. De esta comparación Linares extrae su tesis: “Todo esto demuestra la pérdida del prestigio, o lo que es lo mismo, de función social de la poesía en el mundo global y la irrelevancia absoluta de los antiguos, viejos y caducos valores de excelencia literaria”. “Búscate un buen psicoanalista”, le responde García Martín, que se resiste a confesar sus preferencias y juzgar a los poetas actuales. “Me pones en un compromiso”. “Lo que tú eres es un maestro en el uso de la falsa humildad, la falsa vanidad y la falsa hipocresía”, escribe Linares.

Ambos contrincantes –sostiene García Martín– creen ser los gatos (nunca los ratones) del juego y Linares le previene sobre los ratones que pretenden arañar con garras de minino. Y así, entre dimes y diretes, zarpazos mutuos, desmentidos e ironías, el editor y el poeta, el (contra)poeta y el profesor, discuten sobre asuntos capitales, como el papel de la crítica, las venerables revistas literarias de antaño –muchas de ellas editadas porRenacimiento en hermosas versiones en facsímil–, el presunto Facebook de Luis Cernuda, el muy misterioso e ignoto Rafael Leyda y otros divertimentos (malignos) y recreos (íntimos).