
Zapatero, el 'bombero' provisional de Sánchez con un Puigdemont "cada vez más nervioso"
Zapatero, el 'bombero' provisional de Sánchez con un Puigdemont que "se está poniendo nervioso"
El líder de Junts pidió un encuentro urgente este fin de semana en Suiza y Moncloa envió al expresidente, que trató de tranquilizar a unos posconvergentes que se reunirán en las próximas semanas para decidir si mantienen su apoyo al Gobierno tras la encarcelación de Cerdán
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Puigdemont, que tras estallar el caso Cerdán optó por desaparecer y no hacer sangre con un Gobierno tocado y prácticamente hundido, está perdiendo la paciencia. Sánchez se comprometió a designar un nuevo interlocutor con Waterloo tras la dimisión del exsecretario de organización del PSOE –que este lunes ha ingresado en prisión–, pero unos días dando largas fueron suficientes para que el líder de Junts exigiera un encuentro urgente en Suiza, este pasado fin de semana, al que Moncloa envió a Zapatero, el bombero de los socialistas hasta nueva orden.
El principal reproche del expresidente de la Generalitat es que no se haya designado nuevo interlocutor para hablar directamente con él, pero también está mosca con el incumplimiento de los acuerdos y las filtraciones relacionadas con una cierta intranquilidad del Gobierno con Podemos pero no así con sus socios independentistas. Zapatero, que no será el encargado de negociar con Junts, se limitó a escuchar –también estaban Nogueras y Turull– y trasladar este malestar, que podría traducirse en divorcio total si así lo decide el partido, que "pronto" reabrirá el melón.
"Lo de Cerdán ha sido muy fuerte", añaden. No saben hasta qué punto puede perjudicarles apoyar a un PSOE donde podrían haber más dimisiones en los próximos días, y el portavoz posconvergente Josep Rius ha sido muy crítico en rueda de prensa especialmente con el tema de la financiación, acusando al ejecutivo de trilerismo. "Se han puesto muy nerviosos", explican en Ferraz, donde también lo están. El comité federal de los socialistas del próximo 5 de julio será determinante para decidir el futuro del partido y de una legislatura que, cuando menos, pende de un hilo.
Incumplimiento de los acuerdos
Por más que sean plenamente conscientes de la complejidad de los acuerdos firmados en Bruselas y de la grave situación que atraviesa Moncloa, el balance en Junts es negativo. Sólo ha podido materializarse la amnistía, y sin la posibilidad de que Puigdemont haya podido regresar. Del catalán en Europa –un acuerdo que ya lleva más de dos años sobre la mesa– o el presunto traspaso de las competencias en inmigración –en un cajón– sigue sin haber noticias. Los posconvergentes sólo se han beneficiado de la colocación de afines en distintos organismos de la administración estatal.
No era este el plan, en cualquier caso, viniendo de donde viene Junts: una formación impulsada por y para la independencia de Cataluña que, con la muerte del procés, deambula desnortada. Han llegado al punto de celebrar que una televisión española como La 2 vaya a emitir series en catalán, y las encuestas no les perdonan la botiflerada. Crecen las voces que anhelan una Convergència al uso y también los que asumen que llegará el Gobierno PP-Vox. En el pasaje Bofill deberán decidir qué quieren ser de mayores mientras Illa se consolida como president sin líder de la oposición.
Sin posición fija respecto a la financiación singular
Aunque fuera de plazo, el Govern y ERC aseguran que la nueva financiación saldrá adelante. Ni a los republicanos ni a Junts, que conocen el detalle de una negociación que está mucho más verde de lo que se admite en público, se les escapa que la vicepresidenta y ministra María Jesús Montero es el gran escollo del acuerdo. No ve clara, como ella misma admitió, una singularidad fuera de "un marco común que reconozca singularidades", que no es lo mismo. Y todo lo que siga siendo café para todos, en palabras de Rius, no contará con el apoyo de los posconvergentes.
No obstante, habrá una bilateral y habrá una propuesta, que contará con el apoyo de una mayoría del Parlament y responderá a una reivindicación histórica del nacionalismo. Junts está más pendiente de su particular contienda con ERC que de formar parte de un acuerdo que, guste más o menos, dibujará la Cataluña autonómica de las próximas décadas. No ha trascendido si de esto se habló en Suiza, pero sí se abordará en una reunión entre los pesos pesados del partido este mes de julio que también, aseguran, será clave. Todo dependerá del nuevo interlocutor.