Marco d'Eramo, en el CCCB

Marco d'Eramo, en el CCCB GALA ESPÍN Barcelona

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Marco d'Eramo, experto en turismo: "Quien dice que hay demasiados turistas, está diciendo que hay demasiada democracia"

Tras impartir unos seminarios en el CCCB, el sociólogo italiano recibió a Crónica Global y repasó cómo esta actividad ha pasado a ser "invasiva" en Barcelona. Y plantea soluciones

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Marco d'Eramo (1947, Roma) ha aterrizado en Barcelona para impartir unos seminarios en el CCCB sobre su especialidad, un tema que preocupa mucho en la ciudad: el turismo. El sociólogo italiano define la época actual como la edad de oro de esta actividad económica. Y considera que es la industria más importante.

Tras acabar sus conferencias, d'Eramo recibió a Crónica Global para explicar sus reflexiones sobre esta industria, y para centrarse particularmente en la crisis del tourists go home de la capital catalana.

¿Cómo le va por Barcelona? ¿Está disfrutando de sus días aquí? ¿Cómo van los seminarios?
Sí, la gente es maravillosa. La organización es increíble. Las personas que acudieron a mis seminarios son muy interesantes. La gente era inteligente.
No todos compartían el mismo marco teórico, la misma opinión o el mismo estado mental, pero precisamente por eso fue agradable e interesante. Las personas aquí son muy cálidas. Y, comparado con Italia, parece que aquí se destina más dinero para la cultura. 
¿De verdad? Qué bien oírlo, porque aquí la gente siempre se queja...
Absolutamente. No creo que exista en Roma o en Milán algo como el CCCB, una organización así, con tantas iniciativas y con un espacio tan grande.
¿Qué le parece Barcelona? Tanto a nivel de ciudad como destino turístico.
No es la primera vez que estoy en Barcelona, pero en esta ocasión no he tenido tiempo de salir de esta sala, prácticamente. Ayer fui a cenar unas tapas, pero no vi la ciudad. Esta vez no he visto Barcelona.
Y de las veces que estuvo aquí anteriormente, ¿qué recuerdo se llevó?
Barcelona es una gran ciudad, es un universo en sí misma. Aunque uno de los aspectos de la cultura turística es que, en realidad, nunca se visita una ciudad. No ves San Francisco, no ves Roma. Lo que ves son los símbolos de la ciudad.
Aquí ves la Sagrada Familia; en Roma ves San Pedro, el Coliseo... Si me preguntas cómo es Barcelona, no lo sé. La última vez que fui a Las Ramblas fue hace 40 o 50 años.
Ese era el mejor momento para ir a Las Ramblas, ¿no? Cuando había gente vendiendo periódicos.
Ahora sólo encuentras puestos de pizza y souvenirs... Por eso ya no voy. Para conocer Barcelona, tendría que quedarme entre 15 días y un mes, y vivir la ciudad.
Marco d'Eramo, durante la entrevista

Marco d'Eramo, durante la entrevista GALA ESPÍN Barcelona

Ha escrito que el turismo está subestimado. ¿A qué se debe eso?
La gente confunde turismo con turistas. Si lo piensas bien, la gente no critica al turismo; ataca a los turistas. El problema es que no se toma en serio a los turistas, porque son cómicos. Están fuera de lugar, literalmente, porque son turistas: van con sandalias de montaña a la playa o con bastón de senderismo a un museo. Así que al pensar en los turistas, cuesta imaginar que el turismo sea algo tan central e importante en nuestra civilización.
Por eso, lo primero es reconocer que el turismo no es opcional. Cuando la gente habla de "sobreturismo", no entiende lo que dice. En realidad está diciendo que deberíamos cambiar toda nuestra vida. Por eso el turismo es un asunto político, porque su origen es político y sus consecuencias también.
¿Por qué el turismo es político?

Su origen es político porque nace de dos revoluciones. Una es la técnica: la revolución industrial, que trajo la máquina de vapor, los trenes, los barcos de vapor... y permitió los viajes. La otra es una revolución social: tomó 200 años de lucha conseguir el tiempo libre remunerado.

Nunca antes en la historia de la humanidad se había tenido tiempo libre pagado. Cuando no se trabajaba, no se cobraba. Pero tras 200 años de lucha de clases se consiguió. Ese tiempo libre se concreta en vacaciones y pensiones. Entre el 90% y el 95% de los turistas están de vacaciones [remuneradas] o jubilados.

Esta lucha convierte al turismo en una cuestión de democracia. La gente que dice que hay demasiados turistas en realidad está diciendo que hay demasiada democracia. Además, los turistas son despreciados.

¿En qué sentido?

Ahora, las clases bajas se atreven a viajar. Al principio sólo viajaba la nobleza, pero cuando la base social del viaje se amplió, el desprecio también creció.

En 1870, ya se había inventado la metáfora del "rebaño de turistas", como ovejas. Cuando los obreros empezaron a viajar, se armó un escándalo: "No saben nada", "no entienden nada"... Lo que sucede es que todos somos turistas que despreciamos a los turistas. Todos decimos: "Yo no soy un turista, yo soy viajero".

O "soy visitante".
Exacto. Pero no turista. Y eso es un problema. Otro problema es la libertad. Con la pandemia del Covid-19, entendimos lo que significaba no poder viajar. Estaba prohibido.
El turismo, aunque contamina mucho, aunque destruye muchas cosas, es también esencial para nuestras conquistas modernas. Mi conclusión es que no podemos vivir sin turismo, pero tampoco podemos sobrevivir con él. La gente se preocupa por el sobreturismo.
Marco d'Eramo, durante la entrevista

Marco d'Eramo, durante la entrevista GALA ESPÍN Barcelona

¿Y cuál sería la solución al sobreturismo?
Hay tres métodos para frenarlo. No puedes decir "tú no vienes a Barcelona", porque entonces yo te diré que tú no puedes venir a París.
Sería lo justo.

Pero también absurdo. Entonces, hay tres métodos para limitar el turismo. El primero es el método Covid: cerrar fronteras. Las dictaduras lo hicieron. Había pasaportes internos. Para ir de Barcelona a Tarragona, necesitabas permiso de la policía. 

El segundo método es hacer que viajar sea carísimo. Si un vuelo Barcelona-Nueva York cuesta 100.000 euros, nadie lo toma. Visitar el Guggenheim o el MoMA se convertiría en un privilegio de élites.

Y el tercer método, el más practicado hoy en día, es eliminar el tiempo libre pagado: eliminar vacaciones y pensiones. ¿Cuántos jóvenes ya trabajan sin tener derechos? No tienen contrato real, sino de servicios, y no tienen derecho a vacaciones ni a pensiones. Ese es un método muy efectivo para frenar el turismo.

¿Pero usted aplicaría alguno de esos métodos?
No, absolutamente no. Mi crítica va dirigida a quienes hablan superficialmente del sobreturismo. La química o el plástico contaminan tanto o más que el turismo. Tenemos microplásticos en el cerebro. Pero no he escuchado a nadie hablar de "sobreplástico". Es más fácil criticar al turismo.
¿Y por qué cree que ocurre eso?

Hay un componente conservador en esa crítica. Es verdad que los turistas hacen la vida incómoda a los residentes. Y el problema del turismo es que es asimétrico: quienes se benefician de él no viven donde se sufre el turismo, y quienes lo sufren no se benefician de él. Eso es claro.

Pero hay dos factores más, menos nobles. El primero es el instinto de propiedad de la ciudad: "No quiero que nadie la invada". Este instinto se expresa entre la derecha con los inmigrantes, y entre la izquierda con los turistas. Pero en ambos casos es lo mismo: "La ciudad es mía".

El segundo es un factor de clase. Tu alcalde dijo que no está contra el turismo, sino que quiere turismo de calidad. ¿Qué significa eso? Turismo de ricos.

Esto explicaría el entusiasmo por la Copa América de vela.
Un amigo mío dice algo muy interesante: no hay suficientes ricos. Los restaurantes de lujo ganan menos que los McDonald's.
Marco d'Eramo ha recibido a Crónica Global

Marco d'Eramo ha recibido a Crónica Global GALA ESPÍN Barcelona

¿Considera que Jaume Collboni es un alcalde conservador?

El sueño de todo gestor de ciudad sería tener 2.000 multimillonarios que vengan, gasten cinco millones cada uno y se vayan. Pero eso no es posible.

Barcelona ha hecho todo lo posible durante los últimos 30 años para atraer turistas. Los Juegos Olímpicos, el Erasmus... El problema no es que haya turismo. El problema es cuando en un lugar sólo hay turismo.

Siempre digo que las ciudades más visitadas del mundo son París y Londres. Éstas conviven muy bien con el turismo. Los turistas se quedan en el Marais o en el Soho y el West End, y luego la ciudad sigue con su vida. El problema del turismo surge cuando no tienes otras actividades, otras industrias, otros sectores.

¿Cree que Barcelona es una de esas ciudades en las que sólo hay turismo?

Hay otros problemas en Barcelona. Uno, tengo que decirlo, es la cultura de la gente de Barcelona. Porque Roma tiene tantos turistas como Barcelona, París tiene tres o cuatro veces más turistas que Barcelona... y allí no existe esta hostilidad.

De hecho, si haces la proporción entre habitantes y turistas, las estadísticas por país son muy interesantes. Italia tiene unos 100 turistas por cada 100 habitantes. O sea, 60 millones de turistas. Francia tiene 130 por cada 100 habitantes. España tiene 170. Portugal tiene 210. Grecia tiene 290 y Austria 330.

Varias personas atacan a turistas, durante una manifestación contra el turismo masificado en Barcelona, en 2024

Varias personas atacan a turistas, durante una manifestación contra el turismo masificado en Barcelona, en 2024 Europa Press

¿Qué diferencia a Barcelona de Viena, más allá de que ellos reciben más turistas?
En Viena o en Austria nunca se oyen protestas contra el turismo. Así que tiene que haber algo cultural en el lugar que genera esta hostilidad. Ese es el punto. Probablemente está vinculado al tema del independentismo.
¿Quizás Barcelona no tiene la estructura como la que mencionaba en París, donde hay una zona para los turistas y otra para los locales?

Antes teníais eso. Cuando los turistas sólo se hospedaban en las Ramblas, estaba bien. Ahora, con los Airbnb, el turismo se volvió más invasivo. Pero además, ahora hay el problema de la vivienda. Y el problema de la vivienda no se soluciona atacando al turismo.

Ahora, la gente no podría vivir en el centro de Barcelona aunque no existiera Airbnb, porque el precio del metro cuadrado es demasiado alto. Así que hay que resolver problemas de salarios. Los jóvenes tienen salarios demasiado bajos para permitirse vivir no sólo en el centro, sino en la ciudad.

Tenéis un problema con los apartamentos: muchos de los apartamentos están alquilados por gente mayor que no tiene buenas pensiones, y hacen dinero con Airbnb. Así que eso acrecenta el problema de la vivienda.

Si quieres, adelante, ataca al turismo. Pero no es el problema, el problema es la vivienda. Y cuando se hacen superilles, haces que el problema sea más dramático, porque subes el precio de las viviendas aún más.  

¿Cómo se imagina el futuro del turismo en Barcelona? ¿Augura algún límite?
Sí, como en otras industrias, lo habrá. Primero, porque si hay demasiados turistas en un lugar, éste deja de ser interesante. Cuando hay demasiados turistas en un lugar, la gente deja de ir. Había un economista llamado Fred Hirsch que decía que los límites del crecimiento no son físicos ni naturales, sino sociales.
Cuando estás en un estadio viendo un partido de fútbol y todo el mundo se pone de pie, nadie ve el partido. Cuando todo el mundo quiere una casa en la costa, deja de haber costa. Ése es el límite, y cuando llegas al límite, ya no se puede ir más allá.