Antonio Sagnier, de perfil, con el 'president' Salvador Illa

Antonio Sagnier, de perfil, con el 'president' Salvador Illa FOTOMONTAJE CG

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Antonio Sagnier, el banquero samaritano: "La burguesía catalana está cómoda con Illa"

Habla el financiero y potentado barcelonés: "¿Rescatar a Fatima Ofkir? Ayudo a mucha gente, pero no trasciende. Suerte de los que ayudan"

"A la pequeña y mediana empresa catalana no les beneficia la opa de BBVA a Banco Sabadell"

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Antonio Sagnier Bassas (Barcelona, 1948) apenas necesita presentación. Nieto del arquitecto modernista Enric Sagnier Villavecchia y divulgador de la titánica obra de éste (el edificio del TSJC, el Templo Expiatorio del Tibidabo o la Aduana del Puerto, entre muchos otros), ha dedicado su vida al sector financiero y al impulso de la cultura en la capital catalana. El currículum de este economista es colosal: pasó por Banca Mas Sardá, por EDM Holding --ahora EDM Wealth-- y fue subdirector de Banca March y, después, número dos de Banco Santander

Tras ello, Sagnier fundó A. Sagnier & Asociados y participó en la creación de Privat Bank, finalmente PrivatBank Degroof, que presidió. Lo dejó hace 13 años. Ahora, a sus 77 años, el patrono sigue administrando un portafolio de empresas familiares, entre ellas la cabecera de las omnipresentes panaderías Macxipa

Patrono de distintas fundaciones, ha sido el hombre de confianza de la Fundación Vila-Casas durante décadas hasta su salida en 2024. Esta semana ha regresado a la actualidad al haber ayudado a rescatar a Fatima Ofkir, una joven de L'Hospitalet de Llobregat que intentó traficar con droga y fue condenada a cadena perpetua. Una complejísima operación diplomático-política internacional la ha logrado rescatar y repatriar. Sagnier ha sido uno de los facilitadores

-¿Cómo terminó un banquero como usted en la operación para liberar a Fatima Okfir?
Hace cuatro años conocí a una abogada [Mónica Santiago] que me contó el caso de Fátima. Quizá me lo explicó de manera muy clara, pero la cuestión es que lo entendí y empaticé. 
A partir de ese momento, comencé a mantener contacto semanal con la letrada. Y empezamos a movilizar los recursos por si fuera posible traer de vuelta a la joven. Tuve una muy buena conexión con ella. 
-¿Cómo se implicó usted?
Pues bien, yo soy amigo de [exjuez] Baltasar Garzón, y también conozco a [exministro de Exteriores Miguel Ángel] Moratinos, entre otros. Son algunas de las puertas que toqué. Llegué incluso a viajar a Ginebra para ver a Moratinos, que ahora trabaja entre Suiza y Nueva York.  
Antonio Sagnier (i), con Baltasar Garzón, Fátima Okfir y Monica Santiago

Antonio Sagnier (i), con Baltasar Garzón, Fátima Okfir y Monica Santiago Europa Press

-Finalmente, han conseguido que una española condenada a cadena perpetua regrese a España. 
Sí, pero es que hubo mucha gente que se implicó. Algunos solo proporcionaban información, otros daban contactos que ya no estaban. Te acercabas a una puerta y allí ya no había nadie: tu contacto ya no está. Pues cortas ese camino y vas por otro. 
Lo describo como un trabajo en equipo. Todo el mundo ha aportado para llegar al resultado. 
-¿Habló usted con la joven? 
No, lo hacía la abogada, la única autorizada, y solo cinco minutos a la semana por llamada de ella. Nadie más podía hacerlo. También había contacto por carta. 
Hablábamos con Mónica y me contaba cómo estaba la chica. "Está muy desanimada", "no ve el final" o "ha hecho esto o lo otro". 
-En algún momento, ¿estuvieron tentados de tirar la toalla?
Sabíamos que era muy difícil, pero nos propusimos hacer cada año un poco. Ni que fuera avanzar un poco. Una carta al jefe de gabinete de José Manuel Albares [ministro de Exteriores], un contacto con un intermediario...
Se trataba de hacer algo, no dejar enfriar el caso y que no se perdiera. 
-Sin embargo, usted no tenía representación alguna de Ofkir. 
En absoluto. La representante legal era su abogada. Yo solo ayudaba, colaboraba para que el caso avanzara. Pero todo lo firmaba la letrada. 
Antonio Sagnier, financiero y empresario catalán, en una imagen anterior

Antonio Sagnier, financiero y empresario catalán, en una imagen anterior Cedida

-¿Ayudó usted por sus valores?
Ayudé porque empaticé mucho con la situación, y me entendía a las mil maravillas con la abogada. Pero me gustaría decir que esto ha sido un trabajo de equipo en el que ha colaborado mucha gente. Hemos pasado altibajos, pero finalmente lo hemos logrado. 
¿Se plantearon conmutar la cadena perpetua por la ejecución?
Se planteó en algún momento, sí. Se descartó. 
-Hiela la sangre lo que usted cuenta. 
Es que es así. Piense usted que Omán permitía conmutar la pena si un familiar de la presa, hasta el tercer grado, firmaba un documento que autorizaba la ejecución. 
En algún momento, y cuando pasaban los años --se ha tardado siete en repatriarla--, se planteó esta vía. Mónica pidió que no se perdiera la esperanza, que toda la familia tuviera coraje y paciencia. 
Las palabras de la abogada fueron cruciales para revertir el tema. 
La joven Fátima Ofkir, llorando junto a su abogada, Monica Santiago

La joven Fátima Ofkir, llorando junto a su abogada, Monica Santiago Europa Press

-¿Qué papel ha jugado el Gobierno?
Uno muy importante. Crucial. Piense que una abogada, por muy comprometida que esté con el caso, es solo eso, una abogada. El diálogo con Omán tuvo que mantenerlo el Gobierno. Entre Estados. 
Déjeme expresar desde su medio mi gratitud a varios ministerios de España, incluido el de Justicia, por su labor con el caso de Fátima. 
Han tenido mucha sensibilidad, y eso se agradece.  
-¿Qué le decía su entorno?
Muy poca gente de mi entorno lo sabía. A lo sumo, algunos amigos: los más íntimos. Les explicaba lo que sabía, que no era mucho. 
Recuerdo que les decía que el caso Fátima ha sido un sumatorio de fracasos: la suma de noes ha llegado al óptimo resultado final. Por el camino, eso sí, hemos pasado altibajos de todo tipo. 
-Ha sido usted quien ha mencionado antes su propia edad: 77. Señor Sagnier, ¿piensa usted en jubilarse?
Déjeme precisarle un dato: cumplo 77 en poco más de un mes. Y la verdad es que no tengo necesidad de jubilarme. Ahora controlo mi tiempo como quiero. No es como trabajar en La Caixa, que entras a las ocho de la mañana y tienes una jornada laboral fija hasta la tarde. Un horario así no me apetecería, pero trabajar a mi ritmo, sí. 
En resumen: tengo responsabilidades, las atiendo organizando mi tiempo y me lo paso bien. ¿Por qué debería jubilarme?
El 'president' Salvador Illa, tras la reunión del Govern en el Santuario de Núria, ayer

El 'president' Salvador Illa, tras la reunión del Govern en el Santuario de Núria, ayer Cedida / Govern

-Usted ha participado activamente del sector patrimonial y de inversión. ¿Cómo ve la Cataluña actual? ¿Le convence el Govern de Salvador Illa? 
Mi experiencia me dice que lo importante son las tendencias, y en tendencias, vamos en la buena dirección. La curva es positiva. 
Creo que el president Salvador Illa lo está haciendo muy bien. Desde la prudencia y la discreción, está llevando a cabo una buena labor que mucha gente aprecia. 
-Está usted alabando a un president socialista. 
Sí, uno que razona, con el que se puede hablar, es propositivo y ha devuelto la normalidad a las instituciones de Cataluña. Incluso con la Casa Real. 
Juraría que si preguntamos por la calle, la gente al final quiere tranquilidad. Que los políticos hagan una gestión responsable. Pues bien: Salvador Illa se centra en la gestión, y la gestión es muy importante
-Cuando uno pronuncia el apellido Sagnier, uno piensa en la burguesía catalana. ¿Cómo cree usted que ve Illa a la burguesía?
Yo veo a la burguesía catalana muy cómoda con Salvador Illa.
-Cambiemos de tercio. Usted pasó por cuatro bancos y llegó a la subdirección de March y Santander. La opa de BBVA a Banco Sabadell, ¿es positiva?
Mire, yo preferiría que no se llevara a cabo. Que no terminara. Y que conste que hablo como ciudadano. Para el tejido empresarial catalán, para las pequeñas y medianas empresas, la opa no beneficia. Y que conste que BBVA es un banco excelente, fantástico, pero me preocupa la excesiva concentración bancaria. Deseo que haya opciones en el mercado, y no excesiva concentración. 
-Su trabajo por la cultura en Barcelona merece un capítulo aparte. ¿Cómo ve la ciudad?
Me dio mucha pena que se cancelara el proyecto de tener una sede propia del Museo Hermitage. Dicho lo cual, mi papel es muy poco relevante en este campo. 
Creo firmemente en el papel dinamizador que ejercen los museos en las ciudades. Pienso en el ejemplo del Museo Guggenheim y su efecto positivo en Bilbao. 
Uno de los proyectos positivos para la ciudad es el futuro Museo Thyssen Barcelona. Creo que todo suma, y que este tipo de aportaciones hacen que la ciudad avance. 
La baronesa Carmen Thyssen, con el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni

La baronesa Carmen Thyssen, con el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni Cedida / AJBCN

-Hace un par de años usted abandonó el patronato de la Fundación Vila-Casas [junto a otros dos patronos: Artur Mas y Daniel Giralt-Miracle] por discrepancias tras el fallecimiento del mecenas. Ahora, usted vuelve a los titulares por el caso Fátima. ¿Se resarce usted a sí mismo?
No, no tiene nada que ver. Son cosas absolutamente distintas que no tienen nada que ver. Yo prefiero mantenerme en un segundo plano, y ayudar donde pueda. 
-Cerremos con Barcelona: usted ha loado la gestión de Salvador Illa desde el Govern. ¿Qué le parece la de Jaume Collboni en el Ayuntamiento de Barcelona?
Creo que Collboni le pone buena voluntad. Pero invito a tener en cuenta que la política no es solo lo que uno puede hacer, sino las mayorías que tiene. Y Collboni depende también de unos apoyos. 
Dicho lo cual, me parece estupendo la buena sintonía Ayuntamiento-Generalitat, de Collboni con Illa. Es positivo para la ciudad. 
Esta semana leía en la prensa que el ayuntamiento tiene hasta 200 obras en marcha en la ciudad. Pues eso me parece excelente. Es molesto, sí [ríe], pero es positivo. 
-Entiendo que ve la ciudad distinta de los dos gobiernos anteriores de Ada Colau. 
Prefiero no opinar de ese tema. Solo diré que Barcelona ha pasado por momentos poco atractivos.