Tiene fama de ser un tipo de excesos. Carismático, exaltado y emocional. De los que se pasan de frenada con pasmosa facilidad. De ser mejor comercial que abogado. De vender gato por liebre. De velar en exceso por sus propios intereses particulares. De dejar las cosas para el último minuto. De controlar muy bien su discurso y manejar el relato con su hábil oratoria. De ser el rey de la improvisación. Y de no cumplir sus promesas.
Muchos nombres importantes en la historia reciente del FC Barcelona pueden dar fe de ello. Algunos muy conocidos, otros no tanto para el gran público. Leo Messi, Ronald Koeman, Xavi Hernández, Ferran Reverter, Mateu Alemany, Gundogan, Jasikevicius, Mirotic, Jaume Giró, Jordi Llauradó, José Elías, Eduard Romeu, Juli Guiu... Todos ellos tuvieron relación con Joan Laporta y ya no están dentro del club. La fuga de talentos es una realidad en Can Barça. En la mayoría de los casos, se marcharon decepcionados.
Es cierto que en estos cuatro años y pico de mandato que lleva el presidente, ha dado muchos motivos para ganarse esa fama. Los giros de guion han sido una constante en su gobierno. Desde el club se llegó a decir que saber cambiar de opinión es una virtud, y no un defecto, para justificar algunos golpes de timón algo bruscos del máximo dirigente culé.
Los casos más recientes están vinculados a las obras del Camp Nou y la supuesta fecha de regreso, que se va posponiendo en el tiempo. A las supuestas penalizaciones que se iban a exigir a Limak y jamás se reclamaron. A los impagos constantes derivados de Bridgeburg y la operación Barça Studios, con afectaciones directas sobre el Fair Play de la Liga y la inscripción de jugadores en los mercados de fichajes, especialmente polémica en el caso de Dani Olmo. Incluso a la curiosa irrupción de New Era Visionary Group y el magnate moldavo Ruslan Birladeanu, que se hace cargo de la compra de los PSL (Personal Seat License), la instalación del 5G en el Camp Nou, la creación de Barça Mobile o la venta de relojes del Barça.
El presidente sabe bien cómo defenderse de las críticas. "Contra todo y contra todos" es su nuevo eslogan. En lugar de hacer autocrítica en público se queja de los constantes "intentos de desestabilización" que recibe el club, como ya hiciera en su anterior etapa presidencial.
En algunos aspectos recuerda a Donald Trump: niega cualquier acusación en su contra, su mejor defensa es un buen ataque y jamás reconoce el fracaso ni la derrota. Pero lo cierto es que, en algunos momentos, ha llegado a dar la sensación de que todo aquello que prometía Joan Laporta nunca se terminaba cumpliendo.
La lista es tan larga que nos daría para un artículo realmente kilométrico. Pero no es esa la misión de hoy. Esta vez toca reconocer la figura del presidente, que sí ha cumplido una de sus promesas más importantes. Al César, lo que es del César...
Laporta dijo en la campaña electoral de 2021 que "ho tornarem a fer" (lo volveremos a hacer). De hecho, esa era una de las estrofas más repetidas en la canción que le compusieron para la promoción de su candidatura. "Lo haremos de nuevo" o el "ganas de volver a veros", del que tanto se han burlado muchos merengues, fueron algunas de las expresiones más manidas en aquel momento de cambio. Pues bien, Laporta ha cumplido su palabra. Ha devuelto la ilusión, la confianza y la sonrisa al barcelonismo. Ha logrado construir, nuevamente, un Barça ganador que mete miedo en Madrid.
Eliminado por los pelos en semifinales de la Champions, el equipo de Flick ha triturado al Real Madrid en todos los enfrentamientos directos --cuatro victorias y un marcador global de 16 a 7-- y ha conquistado todos los títulos nacionales: Liga, Copa y Supercopa. El denominado triplete nacional llega por vez primera a las vitrinas del museo del FC Barcelona. Y lo hace, como con Guardiola en 2009, a un año de las próximas elecciones a la presidencia del club.
En 2010 no se pudo volver a presentar porque cumplía su segundo mandato. En esta ocasión sí que se puede volver a presentar. Y lo hará. Si no pasa ningún grave contratiempo --recordemos que está imputado por estafa vinculada a la desaparición del Reus--, Laporta volverá a ser presidente del Barça durante cinco años más. Hasta 2031.
Y lo conseguirá, a pesar de que todavía no ha resuelto la situación económica del club, porque ha cumplido su mayor promesa electoral. El Barça vuelve a ser un equipo ganador. Un equipo con alma. Un equipo que gana al Madrid y da miedo en Europa. Y lo ha logrado sin Messi, y sin dinero.