Es el gran tema del momento. Todos los políticos quieren ahora sacar rédito de la crisis residencial que sacude el país. Los salarios bajos, los alquileres altos y la inseguridad jurídica que afrontan los propietarios son la combinación perfecta para la tormenta.
En el caso de Cataluña, que por proximidad es lo que nos incumbe, se puede afirmar que, pese a la crisis y a los mensajes que llegan, sobran viviendas. O, dicho de otro modo, hay muchas más viviendas que individuos o familias para llenarlas. Fallan muchas cosas.
Según los datos más recientes del Idescat (2021), en Cataluña hay unos cuatro millones de viviendas. De ellas, unos tres millones son residencias principales y las restantes, no principales. No constan casas ni pisos vacíos. Curioso también, aunque la mitad de los anteriores, aproximadamente, responden a esta situación, en datos del INE.
En cada vivienda residen más de dos personas de media (2,5), y la población es de unos ocho millones. La división es fácil, y nos devuelve al guarismo del anterior párrafo: hay unos tres millones de viviendas ocupadas de manera habitual, y un millón que no lo está. Suponiendo que hay muchas segundas residencias, algo sigue sin cuadrar.
Es evidente que el mayor problema se sufre en las ciudades, que es donde hay el trabajo, y donde la demanda es muy superior a la oferta. Y la escasa oferta es prohibitiva para el común de los autóctonos. Quién se queda las viviendas y con qué condiciones es una de las incógnitas derivadas, pero, tal vez, el asunto tenga una solución parcial.
Esa solución parcial pasa por, en el caso de Barcelona, mejorar la conectividad con el área metropolitana, con la conocida como gran Barcelona. Garantizar trayectos que, en transporte público, no superen los 20 minutos. Nadie parece estar por la labor. La responsabilidad siempre es de otra Administración, y así es imposible avanzar.
Otra cuestión que ayudaría a aumentar la oferta es la de los pisos vacíos que pertenecen a grandes tenedores (bancos incluidos). Muchas o pocas, hay miles de viviendas en esta situación. Insuficientes, seguramente, para cubrir la demanda, pero tan necesarias como todas las que pretende construir el Govern en los próximos años.
Es verdad que muchas de esas viviendas vacías no tienen mercado porque están en ruinas, inhabitables, y nadie quiere ponerse manos a la obra. Basta con echarle un ojo a los portales inmobiliarios de los bancos, por ejemplo. Pero alguien debería pensar en ello y, tal vez, apremiar a las entidades financieras para que hagan algo de provecho con ellas.
Construir está bien, y más en un país de propietarios como España. Los altos alquileres invitan a seguir adquiriendo viviendas. Pero empecemos a arreglar lo que tenemos. Es paradójico que, habiendo exceso de viviendas… falten viviendas. Se pueden poner muchos parches en forma de ayudas al alquiler y de limitación de precios, aunque no dejan de ser parches; pan para hoy y hambre para mañana.