Habla el Extranjero

Habla el Extranjero Simón Sánchez

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La esperanza que viene de Alemania

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El conservador Friedrich Merz aún no es oficialmente el nuevo primer ministro (canciller) de Alemania, pero está a punto de serlo. Tras las elecciones anticipadas al Bundestag del 23 de febrero de 2025, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merz, el Partido Socialdemócrata (SPD) y los Verdes alcanzaron un acuerdo para formar gobierno, con Merz como futuro canciller.

Su investidura está prevista para el 6 de mayo de 2025, fecha en la que el Bundestag (el Parlamento alemán) celebrará la votación definitiva.

Antes, los partidos implicados deben ratificar internamente el acuerdo de coalición, un proceso que concluirá a finales de este mes de abril. Si todo transcurre según lo previsto, Merz asumirá el cargo y su gabinete jurará ese mismo día. La prensa europea analiza la situación, que en general se considera un alivio de cara a los retos a los que la UE deberá hacer frente en estos momentos de extraordinaria turbulencia política y geoestratégica, marcada por la traición e incompetencia del nuevo Gobierno de los Estados Unidos y su presidente, títere de Putin, que con asombrosa velocidad ha logrado crear pobreza, incertidumbre e indignación en proporciones insólitas.

El líder de la CDU, Friedrich Merz

El líder de la CDU, Friedrich Merz EUROPA PRESS

“Merz trae nuevas esperanzas para Alemania”, afirma Le Temps, el gran diario suizo que se autodefine como “liberal y humanista”, en un comentario editorial seguido de un análisis de su analista de cabecera Stéphane Bussard:

“La prioridad: recrear las condiciones-marco que permitan a la economía alemana recuperar su dinamismo. Pero también inscribir su acción en beneficio de Europa”.

“Primera economía europea, Alemania necesita dos cosas a priori contradictorias: estabilidad e impulso".

 “Durante mucho tiempo considerada un modelo de dinamismo económico y estabilidad política, Alemania ha sido fuertemente desestabilizada por la guerra en Ucrania, que la ha obligado a revisar radicalmente su política de defensa. Ahora va a invertir más de 100 mil millones de euros en la Bundeswehr [Fuerzas Armadas alemanas]. Este esfuerzo de rearme es apoyado por el paraguas americano que ha hecho de Berlín su bastión europeo preferido. Desde 1945, los Estados Unidos han sido el principal garante de la seguridad y el desarrollo de Alemania. A esto se suma un régimen de austeridad presupuestaria, que ha permitido a la economía germana disfrutar de un excedente comercial y de las orillas del Rin donde los sindicatos siguen siendo fuertes".

“Pero los socialdemócratas y los Verdes insisten en la necesidad de flexibilizar el freno al endeudamiento, mientras que la austeridad alimenta el auge de los movimientos populistas. El reto para el país es encontrar su modelo económico y proyectarse en el futuro sin dividirse. Tanto Gerhard Schröder como Olaf Scholz, los cancilleres después de Angela Merkel, han sido reacios a invertir en infraestructuras que hoy parecen obsoletas. La economía sufre de una falta de mano de obra calificada, mientras que la burocracia y las normas administrativas frenan la llegada de ingenieros y técnicos extranjeros”.

El venerable diario suizo Aargauer Zeitung celebra la rapidez del acuerdo:

“El hecho de que las conversaciones hayan ido en general tan rápido y sin contratiempos se debe probablemente, no en último término, a la omnipresente sensación de crisis. ... Por paradójico que parezca: la crisis ha ayudado a Merz. Sus aliados secretos han sido el presidente estadounidense Donald Trump, cuyos aranceles amenazan con golpear particularmente a Alemania como nación exportadora, y la [amenaza de la] AfD, que en una encuesta incluso superó a la CDU/CSU. Todo esto parece haber tenido un efecto disciplinario en las negociaciones. Los socialdemócratas también parecen haber comprendido que algo debe cambiar si el país no quiere deslizarse hacia la ingobernabilidad”.

El presidente de EEUU, Donald Trump / EP

El presidente de EEUU, Donald Trump / EP

Lidové Noviny, el primer diario checo, de tendencia liberal conservadora, no comparte el optimismo de Le Temps ni de Aargauer Zeitung. Zbyněk Petráček, veterano periodista (que en 1977 fue uno de los firmantes de la Carta 77 de Vaclav Havel, piedra de toque de la resistencia anticomunista) sostiene que “Se puede decir que Alemania sirve como manual de ciencia política sobre lo que se debe evitar. El gobierno de Merz surge en un país que lleva ya veinte años atrapado en grandes coaliciones. Gobiernos de centro, como les gusta llamarlos allí”. Lamenta el exdisidente que se tracen líneas rojas a la extrema derecha:

 “Desde que Angela Merkel asumió el cargo en 2005, la competencia entre la izquierda y la derecha ha desaparecido de la sociedad... Así que no es raro que la coalición muestre que la AfD [la extrema derecha] es ahora el partido más popular de Alemania... Si se permite que la AfD se presente a las elecciones, pero no que forme parte de una coalición, el 20 por ciento de los votos se va por el desagüe... Si el victorioso Merz tiene que aceptar las imposiciones de izquierdas de sus socios del SPD para formar una coalición, esto solo puede llevar a que los votantes se enfurezcan aún más y el apoyo a la AfD se fortalezca”.

No digo que no. Podría ser. Por su parte The Irish Times, diario irlandés que se autodefine como “liberal y progresista”, en vez de anunciar ominosas perspectivas se centra en el contenido del pacto entre derechas e izquierdas moderadas:

“Hay algo para cada una de las partes, disimulando sus diferencias ideológicas. El pacto promete bajar los precios de la energía para impulsar la competitividad, aumentar el salario mínimo, reformar lo que la CDU considera un sistema de bienestar excesivamente generoso, introducir incentivos para aumentar las ventas de vehículos eléctricos y aplicar recortes fiscales a las empresas… A los aliados europeos les preocupará más la postura sobre migración, una inquietante señal de ambas partes ante la amenaza electoral de la extrema derecha nacionalista. La política de fronteras abiertas de Angela Merkel queda enterrada definitivamente”.

Para el socialdemócrata suizo Süddeutsche Zeitung, el nuevo gobierno significa “el comienzo de una nueva era para los demócrata-cristianos y conservadores en Europa. Ya constituyen la mayoría de los líderes políticos, la mayoría en el Parlamento Europeo y, en la persona de Ursula von der Leyen, la presidencia de la Comisión. Ahora más que nunca, la política europea se centrará en reactivar la economía y en transmitir en general una sensación de seguridad, tanto en Europa como en el resto del mundo. Esto se reflejará en una política migratoria aún más restrictiva... Lo mismo ocurre con la protección del clima, que pasará a desempeñar un papel subordinado respecto a la economía. Puede haber buenas razones para considerar ambas tendencias como un retroceso. Pero, desde luego, reflejan claramente la voluntad de la mayoría en Europa”.

Nunca llueve a gusto de todos. Al muy conservador británico The Spectator no le gusta nada el acuerdo entre conservadores y socialdemócratas alemanes: ve en él demasiadas cesiones al programa de la izquierda:

“Cuando los conservadores tradicionales traicionan sus principios, no convierten a sus votantes al progresismo, sino que los dejan huérfanos políticamente, haciéndolos susceptibles a alternativas radicales... Merz se había posicionado como el salvador que restauraría las credenciales conservadoras de su partido después de años de deriva Merkeliana. En cambio, se ha revelado como otro político sin carácter, dispuesto a sacrificar sus principios a cambio de alcanzar el poder. Para los votantes de centro-derecha desilusionados de Alemania, esto no es solo otro acuerdo de coalición, es un funeral por el hogar político que antaño conocieron”.

Nunca llueve al gusto de todos, pero esta variedad de voces puede ayudar al lector de Crónica Global a orientarse en lo que significa el pacto alemán. Ojalá. También podría ser que le ayudarse a desorientarse más… De momento seguro que le llama la atención un pacto entre partidos centristas de izquierdas y derechas, que denota una mentalidad nacional constructiva, tan diferente de lo que pasa en España…