
El jardín conservado más antiguo de Barcelona, el laberinto de Horta
Confirmado: el jardín conservado más antiguo de Barcelona pertenece a un marqués y está abierto al público
El conjunto se construyó sobre una finca de 55 hectáreas y fue ejecutado entre 1791 y 1808
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Barcelona no es una ciudad con muchos espacios verdes, aunque los que hay son de una belleza fuera de lo común. Uno de los más conocidos es el Park Güell, obra de Gaudí, y el Parc de la Ciutadella fue construido por el rey Felipe V y en realidad formaba parte de una fortaleza.
Ninguno de ellos por eso puede presumir de ser el jardín conservado más antiguo de la ciudad. Este título lo tiene solo el Parc del Laberint d’Horta.
Cerrado desde hace poco al público por reformas, este trazado de cipreses y caminos de ripio fue, en su día, propiedad de un importante aristócrata catalán, Joan Antoni Desvalls i d’Ardena, marqués de Llupià, Poal i Alfarràs.
Este humanista, matemático y vicepresidente de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona fue el que ordenó construir un gran jardín en su palacete de estilo neoclásico. Y lo tuvo.
Creación de un noble
Inspirado por la estética clásica, Desvalls encargó el proyecto al arquitecto suizo Domenico Bagutti y al jardinero francés Joseph Delvalet. El conjunto se construyó sobre una finca de 55 hectáreas y fue ejecutado entre 1791 y 1808, con ampliaciones posteriores durante el siglo XIX a cargo del arquitecto Elies Rogent.
El resultado fue un espacio donde el orden y la pasión conviven: el estilo neoclásico de las terrazas altas se funde con los senderos sombreados y bosques del jardín romántico.

El laberinto de Horta WIKIPEDIA
Un jardín con laberinto
El parque está dividido en tres niveles. En el inferior se extiende el famoso laberinto de cipreses, recortados a media altura, que encierra en su centro una escultura de Eros, dios del amor.
La entrada al laberinto está coronada por un relieve en piedra que representa a Ariadna y Teseo, los héroes del mito que da nombre al lugar. "Entra, saldrás sin rodeo", dice la línea tallada que, más que una promesa, parece un enigma borgesiano.
Cómo es el resto del parque
Subiendo a la terraza intermedia, el visitante se encuentra con dos templetes dóricos que albergan estatuas de Dánae y Ariadna, figuras femeninas que refuerzan la carga simbólica del recorrido.
En la parte alta, un pabellón mirador ofrece vistas al conjunto y al bosque que rodea el parque. Allí se alza también el Palacio Desvalls, una construcción ecléctica con elementos neogóticos y mudéjares, anexa a la antigua torre medieval de defensa conocida como la Torre Sobirana. Allí se encuentra ahora el Centro de Formación en Jardinería del Ayuntamiento de Barcelona.
Durante el siglo XIX, con el auge del gusto por lo pintoresco, el parque se amplió hacia el torrente Pallós. Se añadió un jardín romántico, con caminos sinuosos, cascadas artificiales, grutas, un canal de agua y una cabaña de campesino.
Este espacio, más sombrío y melancólico, completa la experiencia sensorial de un parque que nunca fue pensado sólo para pasear, sino para provocar estados de ánimo, para sugerir una filosofía, inspirar y protagonizar representaciones artísticas y para cerrar acuerdos.
Influencias clásicas y reminiscencias modernas
El recorrido se convierte así en una coreografía de la naturaleza domada, con escalinatas, esculturas mitológicas (Narciso, Eco, Egeria), surtidores de agua y caminitos flanqueados por camelias, cedros y tejos. Todo está dispuesto para ser contemplado desde varios ángulos, como si el jardín fuera un escenario de una película al estilo El año pasado en Marienbad y el visitante, actor y espectador a la vez.
La comparación no es baladí. Si la película de Alain Resnais se rodó en los palacios de Schleissheim y Nymphenburg y el Antiquarium de la Residencia de Múnich, por el Parc del Laberint d’Horta también se pasearon nobles y miembros de la realeza.

El laberinto vegetal del parque de Horta de Barcelona
Plató de película y escenario teatral
En su día, este jardín fue sede de recepciones reales, como la del rey Fernando VII. Y, al igual que patios alemanes, el barcelonés también fue escenario de películas, como El Perfume, y de representaciones teatrales, como una memorable función de Sueño de una noche de verano en 1908.
Todo eso ahora ha quedado en el pasado. Convertido en parque público en 1971, y declarado jardín-museo en 1994, el recinto mantiene un estricto control de aforo (750 personas simultáneas) para conservar su atmósfera y su biodiversidad. Aunque este 2025 el laberinto se encuentra en proceso de restauración.
Cuándo visitarlo y cuánto cuesta
Más allá de esta excepción, el parque está abierto al público todos los días, con horario de 10:00 a 19:00 durante la mayor parte del año, ampliado en verano. El precio de la entrada general es de 2,23€, con tarifa reducida de 1,42€ para menores, jubilados y estudiantes. Los domingos y los miércoles por la tarde, la entrada es gratuita.
El acceso más directo es desde la parada Mundet de la línea 3 del metro, a escasos minutos a pie. También se puede llegar en autobús, con las líneas 27, 60, 76 y H4. La experiencia, como el propio laberinto, está ahí para quien se atreva a entrar.