
Imagen de la serie ‘Los supervivientes’
‘Los supervivientes’: el diablo en Tasmania
La serie es un 'murder mystery' tan tradicional como eficaz, pero es, sobre todo, el estudio de una pequeña comunidad aparentemente feliz que acumula porquería bajo sus alfombras
Yo nunca había oído hablar de Tasmania hasta que me topé, viendo la tele, con el Diablo de Tasmania, un bicho asqueroso que la tenía tomada con uno de mis ídolos de infancia, Bugs Bunny. Pensé, incluso, que Tasmania era un país inventado por los guionistas de los dibujos animados de la Warner Brothers.
Pero Tasmania existía y estaba en Australia, lugar del que procede la interesante miniserie de Netflix Los supervivientes (seis episodios), que muestra las consecuencias de un accidente fatal en el mar que les costó la vida a al hermano de Kieran y al padre de un amigo (saltándome la costumbre de citar a los actores de las series que comento, esta vez se los ahorraré, más que nada porque nadie fuera de su país ha oído hablar de ellos: aquí no salen ni Hugh Jackman ni Guy Pearce), que habían salido a rescatarlo de unas rocas en las que se había metido y en las que el oleaje era de tal magnitud que amenazaba con ahogarlo.

Imagen de la serie 'Los supervivientes'
Kieran vuelve a su pequeña y cutre aldea de Tasmania con su mujer y el bebé de ambos, tras tirarse los últimos veinte años en Sydney para controlar su complejo de culpa, librarse de los continuos reproches de su madre por haberse metido en un lío del que salió muerto su hermano y evitar el asedio permanente de los parientes del otro difunto, que le acusan de haber sido el responsable de su muerte. Cuando regresa al hogar, observa que el rencor hacia él se mantiene con la misma intensidad que veinte años atrás.
Desapariciones conectadas
El día de autos, el fallecimiento del comando de rescate coincidió con la desaparición de una adolescente que, aparentemente, nadie echa de menos, aparte de su madre, Trish. La gran tragedia del villorrio es la muerte de los dos rescatadores, y lo de la hija de Trish, pues mira, tú, son cosas que pasan, respete nuestro dolor y no nos de la chapa, señora.

Imagen de 'Los supervivientes'
Coincidiendo con el regreso de Kieran, una joven llamada Bronte desaparece misteriosamente. Y resulta que estaba investigando la extraña desaparición de la hija de Trish. Las dos se esfumaron de manera tan extraña como sospechosa y nadie parece tener la menor intención de saber qué les pasó, pese a que algunos tienen la intuición de que ambas desapariciones puedan estar relacionadas.
Tasmania existe
Los supervivientes es un murder mystery tan tradicional como eficaz. Pero es también, y sobre todo, el estudio de una pequeña comunidad aparentemente feliz, pero que, como en las películas de David Lynch o Claude Chabrol, acumula porquería a granel bajo sus alfombras. Porquería que irá saliendo a la superficie a lo largo de los seis episodios de la miniserie, hasta llegar a una conclusión suficientemente original y sorprendente.
Creada por el productor Tony Ayres, Los supervivientes es un producto bien interpretado y brillantemente escrito por gente de la que nunca hemos oído hablar y que puede pasar desapercibido entre la ingente cantidad de series que ofrecen las plataformas de streaming. Merece la pena verla para comprobar que con un presupuesto modesto y actores desconocidos fuera de Australia se pueden fabricar cosas muy dignas.
Y también para cerciorarse de que Tasmania existe y que el diablo ejerce en ella una influencia funesta. Mucho peor de la que el terrible Demonio de Tasmania ejercía sobre el tarambana de Bugs Bunny.