
Alejandro Fernández del PP Barcelona
Alejandro Fernández: "Sin autocrítica, el PP catalán hubiera desaparecido"
El presidente de los populares en Cataluña llama a Feijóo a facilitar que se consolide un proyecto “sólido y capaz de ser alternativa” en la región
Censura que el partido ha sido "víctima de tutelas y bandazos por parte de la dirección nacional en los últimos 40 años”, como detalla en su polémico y valiente libro A calzón quitao, recién publicado
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El presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, es uno de los hombres de moda de la política catalana. Sus elocuentes intervenciones desde la tribuna en el Parlament le impulsaron a la fama, un reconocimiento que las urnas avalaron el 12 de mayo del 2024 y que, de unas semanas a esta parte, ha traspasado los límites del hemiciclo con su libro A calzón quitao, un análisis sobre Cataluña, el nacionalismo y las tutelas de la cúpula de su partido que no ha dejado indiferente a nadie.
En un despacho "mucho mejor" que el que tenía, propio de los 15 diputados que obtuvieron los populares en la Cámara catalana tras casi una década con menos de diez, el dirigente popular recibe a Crónica Global como, asegura, no sabe hacer de otra forma: en pelotas. "No entiendo la política sin poder decir lo que pienso", explica, y así es su libro: valiente, honesto y la excusa perfecta para analizar el futuro de su partido, el suyo propio, el de Cataluña y el de España.
- Pregunta: ¿Cómo ha ido la acogida del libro? ¿Cómo fue Sant Jordi?
- Respuesta: Muy bien. Estoy muy agradecido. Por la tarde estuve más de una hora firmando y quedé muy contento, porque la acogida está siendo muy buena. Dicen, y me satisface mucho, que está bien escrito y que se entiende con claridad.
- P: Querido Alberto, léelo con detenimiento. Está escrito para ti, desde la experiencia, la inteligencia y la buena fe. En el prólogo de A calzón quitao, Cayetana Álvarez de Toledo asegura que su libro está escrito para Feijóo. Me gustaría preguntarle si comparte esta opinión y si le consta si lo ha leído o si tiene intención de hacerlo.
- R: Le agradezco mucho la frase. Se nota que me conoce bien cuando asegura que el libro está escrito desde la buena fe, porque sabe que mi única intención es poner encima de la mesa un problema muy grave para el futuro de España, que es la pretensión de un cambio de la forma de Estado sin respetar la Constitución, y hacerlo sin una mayoría amplia como se hizo en la Transición. José Luis Rodríguez Zapatero y Pablo Iglesias ya lo verbalizan sin disimulo, y los separatistas lo ven como una meta volante hacia una futura autodeterminación. Para desarrollar este y cualquier proyecto hay que cumplir la ley. Sé que el libro ha generado polémica, pero está dirigido a todo el mundo, y no voy a hacer listas de quién lo lee y quién no.
- P: Escribió este libro en diciembre de 2024 y lo publica ahora, en abril de 2025, ni un año después de las elecciones en que el PP --su PP-- obtuvo 15 diputados en el Parlament de Cataluña, tras dos legislaturas con menos de cinco. ¿Esto le ha dado fuerza para poder desnudarse?
- R: La parte esencial de lo que se dice en este libro forma parte de una conferencia que pronuncié en 2021, después de sacar un resultado catastrófico en las elecciones. No deja de ser el desarrollo de unas opiniones políticas que llevo compartiendo muchísimo tiempo, nadie puede decir que haya cambiado de ideas en función del éxito o fracaso de mi partido.
- P: Usted matiza que el libro reflexiona sobre los últimos 40 años, no en una etapa en particular. ¿Ha cambiado la situación? ¿Siente que la actual dirección le facilita ejercer libremente sus competencias autonómicas?
- R: Estamos trabajando en ello, queremos poder ser alternativa al nacionalismo y a la izquierda. Ahora hay que perseverar: la historia no nos es demasiado propicia y hay que prevenir las cosas. Hemos tenido dos liderazgos brillantísimos con proyectos muy distintos --Alejo Vidal-Quadras y Josep Piqué-- que, cuando parecía que se consolidaban, se les cambiaba el proyecto. Creo que lo que hay que evitar ahora son giros. Hemos encontrado una fórmula atractiva y sólida que nos puede hacer aspirar a dar un salto y mejorar con creces nuestros resultados, que ahora vuelven a ser de los mejores de la historia en votos, porcentaje, etcétera.
- P: Además de un liderazgo sólido y sin tutelas, ¿qué más necesita el PP catalán para ser una alternativa de gobierno en Cataluña?
- R: Paciencia. El proyecto lo tenemos: alternativa a la izquierda y al nacionalismo. Donde la izquierda machaca a impuestos, nosotros impuestos bajos; donde la izquierda es permisiva con la okupación, nosotros respeto a la propiedad privada; donde la izquierda es laxa frente a la delincuencia, nosotros tolerancia cero; donde el nacionalismo impone, nosotros libertad; y donde el nacionalismo vive obsesionado con la identidad, nosotros ciudadanía. Esto es lo que, desarrollado convenientemente sin bandazos, puede hacer que el PP tenga unos resultados sorprendentes en las próximas elecciones.
- P: ¿Pide, además de paciencia, confianza en su proyecto?
- R: Lo que hago es un ejercico de autocrítica. Yo soy copartícipe de los errores --y también de los aciertos, que también los ha habido--, y lo que debemos hacer es aprender y aceptar lo que se ha hecho bien y lo que se ha hecho mal. Si no hubiéramos ejercido la autocrítica de manera sincera la misma noche electoral del fiasco del 2021, hoy el PP no existiría en Cataluña. Todo el mundo nos invitaba a bajar la persiana y fusionarnos con Ciudadanos. Yo me negué, porque creo firmemente en el proyecto de mi partido. Esta es mi manera de entender la política, perfectamente compatible con mi compromiso con el presidente. Por suerte, al contrario del PSOE, en el PP se puede discrepar.
- P: ¿Qué le falta a Cataluña para ser una nación?
- R: El nacionalismo identifica nación con lengua, y para mí eso es terrible. Eso fue lo que llevó a los alemanes a decir que Alsacia, Lorena, Austria y la mitad de Polonia eran parte de Alemania, y ya sabemos cómo terminó. Yo creo que la nación se configura en torno a un Estado, y España es la nación más antigua de Europa. Desde que España se entiende como Estado-nación, Cataluña no ha sido independiente nunca, por lo tanto la nación es España: una nación plural, donde caben varias lenguas y donde se respeta la diversidad cultural. Este es el gran triunfo de la transición.
- P: La ley de amnistía se aprobó en el Congreso de los Diputados por mayoría hace un año, y se está empezando a aplicar. ¿Usted cree que es positivo que se esté tardando tanto en que sus efectos lleguen, por ejemplo, a Carles Puigdemont?
- R: Yo en lo que creo es en el Estado de derecho. Los juristas coinciden en que la amnistía es una figura que se utiliza en las transiciones democráticas y en que la malversación no es un delito amnistiable, y confío en que la justicia europea nos acabe dando la razón. También estuve en contra de los indultos, pero puedo aceptar que es una prerrogativa del poder ejecutivo, siempre y cuando haya muestras de arrepentimiento, que no los ha habido. No puede haber una lectura política, el Estado de derecho beneficia a la democracia. El poder ejecutivo tiene sus competencias y tiene sus límites, y cuando se sobrepasan esos límites está el poder judicial, que debe actuar.
- P: ¿Qué cambios deberían producirse en Junts para que usted levantara su veto a poder llegar a acuerdos con ellos?
- R: Bastante complicada es la realidad, como para meterme en imposibles. Puigdemont, Torra, Nogueras y compañía jamás van a ser Miquel Roca y Joaquim Molins. Son galaxias completamente distintas. Yo no idealizo a la antigua CDC, y creo que están detrás de muchos de los errores que hoy estamos sufriendo, pero eran personas que se movían en los límites del respeto institucional. Junts no respeta la ley, y además estoy convencido de que la presencia de Sílvia Orriols va a radicalizarles todavía más.
- P: ¿Es esta la misma línea que se mantiene en Madrid? ¿Puede Feijóo llegar a un acuerdo con Junts para una moción de censura o un pacto de investidura?
- R: Eso no va a ocurrir. Junts, además, se ha manifestado con contundencia al respecto. Es como cuando te gusta una chica: si te dice que no, tienes que aceptarlo con naturalidad, y es muy importante no caer en el autoengaño.
- P: Sílvia Orriols habla muy bien de usted, y usted ha reconocido en algún momento su buena oratoria parlamentaria. ¿Le sería más fácil entenderse con ella que con Junts?
- R: Le agradezco a Orriols que hable bien de mí, pero ella considera que yo soy un colono. No voy a poder entenderme con ella, pero tampoco voy a exigir un cordón sanitario, le votan catalanes que tienen los mismos derechos que los demás.
- P: ¿Cómo valora la presunta implicación de su partido en la falsificación de pruebas contra líderes independentistas?
- R: Yo lo que creo es que todos estamos obligados a cumplir la ley: los separatistas y los que no lo somos. De momento, se ha podido demostrar que los separatistas incumplieron la ley. Si se demuestra que alguien de mi partido incumplió la ley, acataremos la decisión judicial como hacemos siempre, nos guste más o menos. De momento, no ha habido ningún pronunciamiento al respecto.
- P: ¿Qué hizo mal el Gobierno de Mariano Rajoy en octubre de 2017?
- R: Yo creo que confiaron en exceso en que había canales de comunicación creíbles con Junts como se habían establecido en el pasado con CDC. El Gobierno frenó el golpe y cumplió con sus obligaciones, pero en algunos casos se tomaron decisiones tarde.
- P: Usted asegura que el nacionalismo ha repartido carnets de buenos y malos catalanes, quedando el PP y sus representantes en el apartado de botiflers, ñordos y demás. ¿En Madrid también piensan que los catalanes no independentistas, en el fondo, no son catalanes?
- R: El nacionalismo es perverso pero muy contagioso. La obsesión identitaria acaba provocando que se llegue a la conclusión de que sólo es catalán quien está obsesionado con su propia identidad y que los demás estamos aquí de prestado. Es cierto, y no hablo del PP sino de los grandes poderes de Madrid, que se ha identificado a Cataluña exclusivamente con la parte nacionalista. Cuando Ciudadanos ganó las elecciones fue un golpe duro, porque no lo vieron venir. Debemos inspirarnos en algunos aciertos que les llevaron a ganar, y uno de ellos fue recordar que Cataluña es plural, que no hay que someterse al nacionalismo para llegar a tener un proyecto ganador. Luego hay que hacer cosas distintas a lo que hicieron ellos, que llevaron los bandazos a otra categoría, y así les ha ido.
- P: ¿Qué valoración hace de los primeros meses del Govern de Illa? ¿Le ha sorprendido?
- R: Yo le conozco muy bien y sabía que iba a ser muy educado y que iba a tener respeto institucional. Lo que me hubiera sorprendido es un Salvador Illa gritando, insultando o incluso entreteniendo. Es el Illa que todos conocemos: educado, cordial y moderadamente aburrido. La cara B es que el separatismo le dicta lo que tiene que hacer, y lo hace. Mi valoración es un suspenso rotundo, porque la política de este Govern es indistinguible de la que estaba haciendo ERC.
- P: Usted expone en el libro que los liderazgos en el PP en el País Vasco y en Cataluña duran demasiado poco. ¿Cuánto tiempo necesita un líder para conseguir un proyecto estable? ¿Cuánto tiempo le gustaría a usted seguir?
- R: Hay ocasiones en las que emergen liderazgos sólidos y proyectos ganadores en muy poco tiempo, y otros que necesitan más cocción. No creo que haya una cifra concreta. Cuando uno tiene pasión y vocación, como es mi caso, es político toda la vida. No estoy condicionado a tener un cargo u otro, ser político no implica ser diputado o presidente de una organización. La política también es debate público, libros, conferencias y otro tipo de cosas. A mi me apasiona la política y voy a seguir dando mi opinión independientemente del tiempo que siga, digamos, en primera línea.