
Marina Salas Barcelona
Marina Salas mira de frente a la muerte de una madre junto a María Ripoll: "Falta educación sobre la pérdida y el duelo"
La actriz catalana protagoniza la última película de la directora, 'También esto pasará', basada en la novela de Milena Busquets
Marina Salas no para. Tras su éxito en el teatro con la versión de Tío Vania que adaptó Pablo Ramón, llegan los estrenos de cine. Y este 9 de mayo llega uno muy especial, También esto pasará.
La actriz catalana viaja hasta Cadaqués para rodar una película romántica, pero dramática. Romántica, pero no de pareja, sino del amor madre-hija. Una relación que puede ser tan buena como tóxica y que puede condicionar mucho la vida de una persona.
Como bien señala en un breve encuentro con Crónica Global, “la educación marca todo. Hasta la manera de relacionarnos con los otros”. Y eso es precisamente lo que le sucede a Blanca, su personaje en la última cinta de María Ripoll, También esto pasará.
Basada en la novela de Milena Busquets, el filme retrata el duelo de una hija que ha sido educada con unos códigos muy distintos a los del mundo actual. Incluso a los que eran mayoritarios en una época. La libertad sexual y la independencia eran la tónica en algunos ámbitos. ¿Y ahora?

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“Ahora, si no estás todo el día con tu hijo eres una mala madre”, comenta la actriz. No quiere ponerse a comparar. Apunta que “antes había una educación no tan proteccionista con los hijos”, pero eso no es “algo positivo o negativo”, solo que “no había esta ultra-mega protección de estar tan por y para los niños”, observa. “Pero es verdad que siento que hay una presión muy fuerte con cómo educamos a los hijos”, acaba admitiendo.
Tanto que no se educa para algo tan natural como la muerte y mucho menos el duelo. Así, como le pasó a Milena Busquets, como retrató ella a través de su libro y como le pasa a Salas en su papel de Blanca, afrontar la pérdida de una madre supone un shock.

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La protagonista se mueve sin rumbo. Mantiene relaciones sexuales esporádicas con el padre de sus hijos y su ex, que además se conocen. También con otro joven padre con hijos (interpretado por Carlos Cuevas) y es incapaz de saber qué quiere de cada uno. Hasta el punto que parece alejarlos.
"Blanca es muy imperfecta", reconoce Salas, pero también "un regalo de papel". “Abraza mucho sus debilidades, sus mezquindades, su egoísmo y su fragilidad también. Abraza toda su imperfección”, la justifica. “No es eso que llaman ‘buena madre’, pero es que tampoco es la típica que cumple con el rol canónico de la madre típica, ni de la amante, ni de la esposa, ni de la hija”. Es un alma libre.

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A Salas se la ve dando tumbos de forma constante a lo largo de toda la película. Sin saber a donde ir, perdida sin su madre, que si bien no siempre estuvo con ella, siempre la cobijó y quien procuró tener a Blanca cerca antes de morir. Y ahora que su hija está sola, no sabe qué hacer.
Y vuelve el problema del duelo. ¿Cómo puede uno afrontarlo si lo han educado en la más absoluta libertad e independencia, pero no le han hablado de aquello que también pasará?

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“Hay una falta de educación o de relación con la muerte, con el duelo y con la pérdida” sostiene la actriz. “Se habla muy poco, se comparte muy poco ese duelo. Parece que lo tengas que vivir con mucha soledad y que sea negativo, cuando puede ser algo positivo y está cargado de muchas connotaciones”.
Salas pone el ejemplo de Bernarda Alba. El personaje de Lorca era casi lo opuesto a la madre de Blanca en ‘También esto pasará’, pero sí guarda el luto, sin hablar de la muerte. Esta, en cambio, está presente.

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También lo está en la cinta de María Ripoll. No se menciona. Solo se ven los efectos de ella en su hija, Blanca. El personaje interpretado por Salas llega por momentos a ser hasta cómico, rozando en ocasiones lo patético e incluso lo odioso, por cómo actúa tras la pérdida.
Sus amigas la acusan de egoísta por hacer con ellas y con los hombres lo que quiere, sin ver qué efectos provoca. Lo hace sin maldad, por torpeza, por esa falta de educación en el duelo, del que habla Salas.

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Así, la cinta se convierte en una rara avis en el cine español. No es una comedía romántica, pero habla del amor. Tampoco es un drama al uso, porque su tono no es pesado. Es sólo una cinta dramática que habla de la muerte y la mira a los ojos. Todo lo contrario a lo que hace su protagonista. Aunque al final, Blanca, como sucede en una de las escenas finales, no tendrá más remedio que mirarla a la cara.
¿Qué pasará? Es mejor que el espectador vaya a ver la cinta al cine para descubrirlo. El público que lo hizo este mes de abril en el BCN Film Fest salió encantado.