Valentina llega desde Italia a Sant Jordi por primera vez para disfrutar de la literatura.

Valentina llega desde Italia a Sant Jordi por primera vez para disfrutar de la literatura. GALA ESPÍN Barcelona

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"En Italia no tenemos nada parecido": cómo sorprende Sant Jordi por primera vez a los visitantes

Desde viajeros internacionales hasta nacionales, pasando por un dúo de adolescentes catalanas, contamos cómo se vive esta festividad llena de libros y rosas

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Valentina está sola. Corrijo. Bajo sus brazos y entre sus piernas hay libros y bolsas que la rodean. Está en una trinchera de literatura. Hay quien intenta, entre codazos, apartarla de la vía, pero ese es su sitio: el primer puesto de la cola para que su autor favorito le firme su ejemplar. Espera a Fernando Aramburu y sonríe detrás de las gafas que reflejan su pelo violáceo. Viene de Milán y esta es su primera vez en Sant Jordi

La recibe una ciudad exultante. Llena. Tal vez con taquicardia, dada la presión humana que sufre durante estas horas de sol punzante. “En Italia no tenemos nada parecido, así que aprovecho para estar aquí por las vacaciones de Pascua”, comenta en un español casi perfecto después de vivir dos años en esta tierra e intentar aprender catalán, sin mucho éxito, pero con muchas ganas. 

"Volveré"

A lo largo del día ha saludado a Rosa Montero —que se sienta cerca de Pablo Iglesias, epicentro de fotos y comentarios que lo buscan entre las cabezas que se apelotonan frente a su puesto—, a Javier Cercas y al escritor francés Pierre Lemaitre; y luego advierte que irá a por Rosa Ribas. El secreto para conseguir saludarlos es simple: “Hay que llegar pronto”.

¿El año que viene repetirá? “Volveré”, afirma. Y también para disfrutar de las ediciones originales porque, se queja, llegan pocos títulos traducidos a su país.

Avituallamiento para la espera

La lectora italiana es una de los miles de personas que se pasean este miércoles 23 de abril por la fiesta cumbre de la cultura catalana, donde se entremezclan los libros y las rosas alrededor de más de 300 puestos en los que las librerías harán su agosto gracias al empuje del turismo, la cercanía de Semana Santa y la propia fuerza de la convocatoria.

Un día en el que hay que apretar los dientes y ponerse las zapatillas para no parar de andar y esquivar bicicletas y transeúntes y, con suerte, pillar un banco vacío para tomar el sol, desistiendo de las terrazas abarrotadas

Preparados para este jolgorio están Juan Ramón Bermejo y Lina Sabsoub, una pareja que ha venido parapetada con neceseres, gorras, y suministros varios para sus dos hijas: Noor y Salma, con 16 meses y 4 años. La pequeña duerme, mientras que la mayor se sorprende desde su carrito con los colores refulgentes que hay a su alrededor. Salma tiene los rizos untados en crema solar y pide la atención de su madre para que observe cómo su muñeca hace una voltereta en el aire. 

La familia formada por Juan Ramón Bermejo y Lina Sabsoub, y sus hijas Noor y Salma, disfrutan de su primer Sant Jordi.

La familia formada por Juan Ramón Bermejo y Lina Sabsoub, y sus hijas Noor y Salma, disfrutan de su primer Sant Jordi. GALA ESPÍN Barcelona

Hay curiosidad y alegría en sus ojos, y, por lo que chivan sus padres, algo de azúcar. Como no podían llevarse una rosa en la maleta, le han regalado una de chocolate. Mucho más apetecible, por supuesto. En un rato, la dejarán elegir algún que otro tomo para leer juntos en los próximos días. Su madre se lleva las manos a la cabeza, apenas tiene tiempo, pero espera que caiga algún tomo durante el paseo. “Miramos que hiciera bueno en estos días y por eso vinimos, ahora vemos que es un día que se celebra con mucho fervor”, dice la familia, procedente de Valencia. 

Atlas literario

Si hablara de la primera vez que celebré Sant Jordi, tendría que mencionar al noviete catalán que tuve en el instituto y me regaló una rosa grabada en un marcalibros que aún guardo en una caja de recuerdos. Ahora, en plena Ciudad Condal, piso las calles en las que Mercè Rodoreda dibujó La plaza del Diamante o por donde Juan Marsé pasó sus últimas tardes con Teresa, Vargas Llosa tomaba un café o Justo planeaba su gran venganza. Un atlas literario que se expande y se reinventa a través de la palabra. 

Pero es un imaginario frágil, como definía a la sociedad actual el recién nombrado Premio Cervantes, Álvaro Pombo, durante su discurso de agradecimiento. Frágil debido a la masificación y llena de adornos destinados al consumo, ya sean los trozos de bizcocho, los pendientes con forma floral o los broches, que ofrecen en los puestos de venta de rosas los estudiantes que ahorran algo para el viaje final de curso, las asociaciones para sus fines benéficos y los partidos políticos que aprovechan para lanzar sus propios programas

El grupo de estudiantes franceses disfrutaron de Sant Jordi durante un viaje educativo.

El grupo de estudiantes franceses disfrutaron de Sant Jordi durante un viaje educativo. GALA ESPÍN Barcelona

Cambio de planes a última hora

Apostados a un lado de la calle y con varios batidos en las manos, están Sebastián, Alban, Maxime y Louis, un grupo de adolescentes de entre 14 y 15 años procedentes de la comuna francesa La Wantzenau. Vienen con sus profesoras a aprender español y les ha sorprendido la estampa catalana. “Es muy bonito”, chapurrean, aunque todavía no han comprado nada en las horas que han pasado.

Almut y Gabriela, viajeras alemanas, se encuentran por sorpresa con la celebración de Sant Jordi en Barcelona.

Almut y Gabriela, viajeras alemanas, se encuentran por sorpresa con la celebración de Sant Jordi en Barcelona. GALA ESPÍN Barcelona

Por el contrario, Almut y Gabriela, viajeras alemanas procedentes de Hannover, intentan buscar un título para su nieto tras la cancelación de su programa de excursiones de hoy, ya que, con el tráfico patas arriba, poco más podían hacer al cogerlas por sorpresa Sant Jordi en esta primera visita a Barcelona

La definición de Sant Jordi

Las escamas del dragón centellean bajo el sol de abril en la Casa Batlló. Un aire fresco se cuela entre las piernas de los viandantes, que suben y bajan por paseo de Gràcia, la Diagonal, Gran Via o por las calles circundantes en busca de un nuevo mundo que explorar. La superilla peatonal acumula a miles y miles de personas mientras las bicicletas esquivan los obstáculos y algunos escritores solitarios esperan a que alguien se acerque. 

Si Gurb estuviera aquí, ¿qué pensaría de estos extraterrestres humanoides que regalan vegetales y se asfixian en el río de la muchedumbre? Las largas colas lo dejarían exhausto, tal vez llegaría a ver a su escritor favorito, pero, simplemente, le diría que hace un bonito día y se daría la vuelta. Pero no en el caso de Irene García y Laura Paloma.

La pasión de la literatura

Llevan ya una hora en cola a la altura del carrer de Aragó con paseo de Gràcia, y piensan aguantar todo lo que sea y más para conseguir la firma de su autora favorita: Inma Rubiales. Tienen 16 y 13 años, proceden de L'Hospitalet y Terrassa, y es la primera vez que celebran Sant Jordi en el centro barcelonés. Pero ya comparten una pasión común: la literatura.

A su alrededor, el gentío grita y alzan los tomos de la autora superventas porque están haciendo una fotografía para redes sociales, pero ellas prefieren explicar por qué están aquí: “Escribe muy bien y empatizas mucho con sus personajes porque, al final, es una historia muy humana”, explica Irene. Empezó a leer con asiduidad hace tres años gracias al género romántico, se ha enganchado y hoy está aquí haciendo una nueva amiga

“No te imaginas que algo que lees pueda tener tanto impacto en más gente”, dice su compañera de aventuras, que cultiva la pasión por la literatura desde pequeña. La acompaña su madre, que, bien sabe la ilusión que le hacía a su hija estar aquí, aguanta todo el griterío y el cansancio por la emoción que le transmite esta joven generación que encarna el futuro de una festividad que se vive con pasión.

Irene García y Laura Paloma son dos jóvenes lectoras que hacen una cola para ver a su escritora favorita en su primer Sant Jordi barcelonés.

Irene García y Laura Paloma son dos jóvenes lectoras que hacen una cola para ver a su escritora favorita en su primer Sant Jordi barcelonés. GALA ESPÍN Barcelona