
El castillo de Lleida que fue clave en la Reconquista y ahora permanece olvidado: una fortaleza medieval del siglo XI WIKIPEDIA
El castillo de Lleida que fue clave en la Reconquista y ahora permanece olvidado: una fortaleza medieval del siglo XI
La fortificación, cercana a una iglesia de la época, está declarada Bien de Interés Cultural
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El tiempo es cruel con las personas, dicen, pero la arquitectura tampoco se salva. Hay edificios que se han dejado perder o que, simplemente, caen en el olvido.
En Lleida hay un castillo, por ejemplo, que fue clave durante la Reconquista española y que ahora es poco más de una sombra de lo que fue, aunque todavía conserva parte de su grandeza.
De hecho, desde la distancia, la silueta cónica de Montmagastre se impone con claridad en el paisaje del valle del Segre. Sobre la cima de esta formación geográfica, a 763 metros de altitud, las ruinas de un castillo medieval y de una antigua iglesia románica aún resisten el paso del tiempo.
Aunque en un estado de abandono, la figura de esta fortaleza impone de tal manera que el viajero puedo percibir la importancia histórica que tuvo. Pocos conocen que este enclave, hoy semienterrado entre piedras, maleza y trincheras de la Guerra Civil, fue uno de los baluartes clave en la Reconquista en tierras de Lleida.
Patrimonio catalán
Declarado Bien Cultural de Interés Nacional, el castillo de Montmagastre fue un bastión fundamental en la configuración del antiguo Condado de Urgell y un punto estratégico de primer orden.
La fortificación, ubicada a las afueras de Artesa de Segre, fue escenario de pactos políticos y enfrentamientos entre musulmanes y cristianos en los inicios del siglo XI.
Punto importante en la Reconquista
Los documentos lo sitúan ya en el año 1003 como un castillo termenado, es decir, fortaleza señorial y centro organizador del territorio. Su nombre aparece reiteradamente en las crónicas medievales, especialmente en relación con las campañas de reconquista cristiana lideradas por nobles como Ermengol II de Urgell o Berenguer Ramon I de Barcelona.
Entre 1015 y 1016, en el contexto de una gran ofensiva contra los sarracenos, fue conquistado junto a los castillos de Alòs y Malagastre, en una expedición que llegó hasta las puertas de Balaguer. El acuerdo entre Ermengol y Berenguer Ramon, firmado entre 1018 y 1026 en este mismo castillo, organizó el reparto del control militar y político de la zona entre el Montsec de Rúbies y el río Segre.

Castillo de Montmagastre
Cómo es el castillo
A pesar de todo lo allí sucedido, la fortificación se ha dejado perder. Hoy en día, el visitante que alcanza la cima se encuentra con un conjunto de ruinas imponentes por su situación y tristes por su estado. Apenas se conserva la estructura de la torre circular, situada al suroeste del pequeño llano que corona el cerro.
Con un diámetro original de unos seis metros, solo quedan en pie unos dos metros de altura. Su aparejo, hecho con piedras pequeñas y desiguales unidas con mortero, es típico de las fortificaciones de frontera construidas en torno al año 1000.
Qué ver
Al noreste de la torre, se identifican los restos de un recinto cuadrangular de unos 17 por 8 metros. En su extremo sureste, aún es visible un lienzo de muralla de unos dos metros de altura, realizado con carretones de mayor tamaño, ahora desgastados por siglos de erosión.
Se distinguen también algunos muros laterales, un paramento transversal y, en el nivel inferior, los vestigios de una cisterna y espacios excavados utilizados como despensa. La zona fue seriamente dañada durante la Guerra Civil, cuando se cavaron trincheras y se modificó parte del terreno.
Una iglesia del siglo XI
Unos metros por debajo del castillo, se alza lo que queda de la canónica románica de Sant Miquel, una iglesia del siglo XI que aún conserva en pie el campanario y el absis, este último de notable altura.
Dentro del edificio, entre muros medio derruidos, se encuentran algunos de los detalles más sorprendentes: pinturas murales del siglo XIV, inscripciones funerarias en las losas del suelo, y grafitis medievales que retratan guantes de malla, águilas, lanzas y coronas. Incluso se intuye una cripta subterránea, así como varias picas de piedra que probablemente fueron utilizadas para almacenaje en épocas posteriores.
Más allá de la guerra
Uno de los elementos más curiosos es la construcción de los muros principales, que presentan una separación horizontal mediante losas verticales, formando una secuencia de pequeñas ventanas abiertas a la ladera.
Pero el castillo de Montmagastre no solo fue escenario militar. Su historia está profundamente ligada al devenir del feudalismo en Cataluña. En 1071, Arnau Mir de Tost, figura clave de la expansión cristiana en la zona, legó el castillo a su nieto Guerau Ponç. Arnau lo poseía en feudo del conde de Urgell, que a su vez lo recibía como vasallo del conde de Barcelona. Esta cadena de fidelidades era el pilar del sistema político de la época.
De allí a la decadencia
Más adelante, en 1156, la comtessa Berenguera de Cabrera lo incluyó en su testamento, junto con el castillo de Artesa, y en 1186, el rey Alfonso el Casto lo invistió oficialmente al vizconde Ponç III de Cabrera.
Durante más de dos siglos, Montmagastre fue centro de control territorial, fortaleza de resistencia y símbolo del poder nobiliario en la zona. Como muchos otros castillos de frontera, su destino fue el desgaste progresivo y el abandono, hasta que, devastado y sin función militar, cayó en el olvido. Hoy solo queda la huella de su importancia: ruinas que dominan el horizonte y cuentan, sin palabras, una historia de guerra, fe y poder.
Cómo llegar
Para visitar el castillo desde la ciudad de Lleida, se debe tomar la carretera C-13 en dirección a Balaguer, y desde allí continuar por la C-26 hasta Artesa de Segre. A continuación, se sigue la carretera local LV-3025 hasta la zona de Montmagastre. Desde el punto más cercano donde se puede aparcar, hay que realizar una caminata de unos 20-30 minutos para alcanzar la cima. En coche, el trayecto es de una hora y cuarto.
Una hora más de viaje es desde Barcelona. Se debe tomar la autopista A-2 dirección Lleida hasta Tàrrega, y luego enlazar con la C-14 hacia Ponts. Desde Ponts, se sigue en dirección a Artesa de Segre por la C-26, y finalmente por la LV-3025 hasta el entorno de Montmagastre.