
El desconocido edificio modernista oculto en una de las calles más tranquilas de Barcelona, la Casa Granell de la calle Girona TRIPADVISOR
El desconocido edificio modernista oculto en una de las calles más tranquilas de Barcelona: un edificio residencial declarado Bien de interés Cultural
El arquitecto de este inmueble es conocido por apostar por un modernismo sobrio alejado de lo espectacular
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El modernismo es el movimiento arquitectónico más conocido de Barcelona. Y eso que no es el predominante de la ciudad.
Figuras como Gaudí, Domènech i Montaner y Puig i Cadafalch son claves. La ciudad está repleta de sus obras: Casa Batlló, Palau de la Música, Casa Amatller, Hospital de Sant Pau, Sagrada Familia… Edificios que eclipsan otras obras de otros arquitectos modernistas que pasan desapercibidos y caen en el olvido.
Solo hace falta dar un paseo por el Eixample barcelonés para darse cuenta de la cantidad de edificios espectaculares y artísticos que hay. Una de estas joyas de marcado carácter modernista es la Casa Granell.
Ubicada en una de las zonas más tranquilas de este barrio, una de las superislas del Eixample, este edificio brilla por su equilibrio, su refinamiento y sus formas. Firmada por el arquitecto Jeroni Granell, esta medianera ubicada en el número 122 de la calle Girona es de esos pisos por el que uno pasa mil veces y no repara él. Pero cuando esto sucede, se queda fascinado.
Un Bien de Interés Cultural
El edificio que revela una faceta poco conocida del modernismo: su capacidad para ser sobrio, funcional y profundamente armonioso. Una supuesta excepcionalidad que le ha valido ser considerado Bien Cultural de Interés Local (BCIL) y un ejemplo representativo del modernismo doméstico dirigido a la clase media barcelonesa de principios del siglo XX.
Construida entre 1901 y 1903, la finca es un ejemplo del estilo artístico de su autor. Granell fue uno de los arquitectos que supieron integrar el ideario modernista en viviendas de uso cotidiano.
Alejado de los grandes autores modernistas
Hijo de maestro de obras, se formó en la Escuela de Arquitectura de Barcelona y desarrolló una carrera marcada por la regularidad y la elegancia mesurada. A diferencia de nombres como Gaudí, Domènech i Montaner o Puig i Cadafalch, Granell no buscaba deslumbrar.
Sus edificios destacan por la sencillez formal, los esgrafiados florales y una voluntad clara de proporcionar viviendas dignas, bellas y funcionales para las clases medias y trabajadoras. Un claro ejemplo es la Casa Granell de la calle Girona.

Casa Granell AYUNTAMIENTO DE BARCELONA
Una elección particular
Allí, el arquitecto ubicó su residencia particular, lo que refuerza la lectura íntima y personal del proyecto. No se trata de una obra hecha para deslumbrar a un cliente, sino de un edificio pensado para vivir y perdurar, en diálogo con el entorno urbano del Eixample barcelonés.
Lo primero que llama la atención al observar la Casa Granell es su distribución inusual: mientras que la mayoría de las fincas del Eixample concentran la riqueza compositiva en el eje central (tribunas, balcones, miradores), Granell opta aquí por situar los balcones en los extremos de la fachada.
Las particularidades de la Casa Granell
El espacio central está reservado a ventanas aparejadas, dispuestas simétricamente y enmarcadas por motivos esgrafiados de inspiración vegetal, tan característicos de la obra de Granell. Estos dibujos cubren buena parte de la fachada con un trazo fino, rítmico y decorativo.
Otro punto diferencial de otras obras modernistas que utilizaban la ornamentación como punto focal es que Granell la convierte en un tapiz sutil que envuelve el edificio sin cargarlo. Las formas florales y geométricas se entrelazan con discreción sobre un fondo claro, generando un efecto visual de movimiento y textura cuando la luz incide sobre la pared.
Pensado para el alquiler
Los marcos de piedra de balcones y ventanas, así como la base del edificio también de piedra, aportan solidez y contraste matérico. El conjunto genera una sensación de estabilidad y ligereza, con una composición que huye de la ostentación pero demuestra un control absoluto del equilibrio formal.
La Casa Granell está compuesta por planta baja y cinco pisos, cada uno de ellos diseñado para albergar una o varias viviendas de alquiler, siguiendo el modelo de finca urbana característico del Eixample.
Una fachada especial
El interior del edificio, del que se conservan algunos elementos originales, combina distribuciones prácticas con detalles decorativos sobrios, como molduras de yeso, pavimentos hidráulicos y carpinterías de madera y vidrio. Las puertas de entrada y los balcones de hierro forjado presentan trazos curvos, aunque mucho más contenidos que en otras obras del modernismo.
La tribuna central merece un análisis particular. Está construida en madera y vidrio emplomado, una solución menos habitual que acentúa el carácter artesanal del conjunto. El cerramiento de vidrio, que actúa como mirador, presenta vitrales de colores con motivos florales, aunque en algunos casos han sido restaurados o sustituidos.
Un modernismo discreto
El volumen se apoya en dos grandes ménsulas esculpidas y se remata con una cornisa curva, en sintonía con la ondulación que define el coronamiento superior del edificio. Este recurso formal —la tribuna como protagonista— define una relación directa entre interior y exterior.
No hay en esta casa grandes alardes técnicos ni formales. Su interés reside precisamente en eso: en demostrar que el modernismo no fue solo una corriente estética para las élites, sino también una filosofía de diseño que aspiraba a mejorar la calidad de vida de la ciudad a través de la arquitectura.
Obra restaurada
La Casa Granell encarna lo que podríamos llamar un modernismo sereno. No hay excesos ornamentales ni soluciones formales extremas. Cada elemento responde a una lógica compositiva coherente. Jeroni Granell, que también fue autor de otras viviendas modernistas en la ciudad, como la Casa Granell Manresa (Girona, 122) o la Casa Bremon en Gràcia, demostró aquí su capacidad para integrar arquitectura, artes decorativas y urbanismo sin recurrir a lo espectacular.
El edificio fue restaurado en el marco del programa Barcelona, posa’t guapa, con especial atención a los esgrafiados, carpinterías originales y tribuna central. Hoy, más de 120 años después de su construcción, mantiene uso residencial, con locales comerciales en planta baja, y forma parte del catálogo patrimonial de la ciudad como Bien Cultural de Interés Local.